Las cuevas de Peñalver

Uno de los elementos más interesantes de las cuevas del término de Peñalver es sin duda la llamada “Cueva de los Hermanicos” que adoptó ese título, hace ya muchos años, porque la tradición dice que en los huecos que forma en la montaña se retiraron a vivir dos caballeros de la Orden de San Juan a los que se apareció la Virgen María, sobre un sauce, en el transcurso de una tormenta. Del Sauce salió la Salceda, del milagro la cueva, y los hermanicos se quedaron en la leyenda.

Pero lo cierto es que esas cavidades, que se extienden por el interior de la montaña que bordea por su lado derecho el hondo valle del Vallejo, fueron desde hace muchos siglos verdadero monasterio subterráneo, ocupado en un principio por anacoretas franciscanos, y luego, al menos en el siglo XVIII, por ermitaños que iban “por libre”. Con un desarrollo de 75 metros de longitud, se accede a ella a través de una puerta que permite el paso de un hombre sin agacharse.

El cronista de la villa de Peñalver, en la Alcarria, es Benjamín Rebollo, y es el autor de un magnífico libro en el que analiza, una por una, y con sabiduría de historiador y espeleólogo, a un tiempo, las cuevas del término de Peñalver, y las bodegas del pueblo. Un libro modélico donde los haya, que en Aache hemos editado para conocer, aún mejor, la Alcarria y sus más íntimas tradiciones.