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Severo CATALINA del AMO
Escritor, periodista, Académico
de la Real de la Lengua
Cuenca (1832) - Madrid (1871).
Severo Catalina del
Amo
por
Hilario Priego Sanchez-Morate y José Antonio Silva Herranz
en "Diccionario
de Personajes Conquenses"
Excmª Diputación de Cuenca. Cuenca, 2002.
Era
miembro de una familia oriunda de Budia, en la provincia de Guadalajara, que
se había establecido en la capital conquense cuando el padre se hizo cargo
de la mayordomía o administración de los bienes y rentas de la catedral. Sus
primeros estudios los hizo en el Seminario de San Julián, y en 1845 se
trasladó a Madrid para continuar su formación bajo la tutela de su hermano
Gabino, que algunos años más tarde sería obispo de Calahorra; en la entonces
llamada Universidad Central cursó Derecho (llegando a doctorarse en
Jurisprudencia, según algunos autores) y Filosofía y Letras. Al terminar
esta última carrera, obtuvo la cátedra de Hebreo en la propia Universidad
Central, y se le encargó también la revisión de los manuscritos e impresos
orientales de la Biblioteca Nacional. Muy pronto inició su actividad
política, de signo marcadamente conservador, y en 1863 consiguió alzarse con
un acta de diputado por la circunscripción de Alcázar de San Juan; después
lo sería por la de Cuenca en todas las elecciones siguientes, hasta 1868.
Durante esta época desempeñó también cargos importantes, como las
direcciones generales de¡ Registro de la Propiedad (1864) y de Instrucción
Pública (1866), y poco antes de la revolución de 1868 ocupó dos carteras
ministeriales, ambas por espacio de unos pocos meses: entre febrero y abril
de ese año se hizo cargo de la de Marina en el último Gobierno de¡ general
Narváez, y después ocupó el Ministerio de Fomento, en el Gabinete que cerró
la presidencia de los moderados con González Bravo, entre los meses de abril
y septiembre. Los acontecimientos revolucionarios de¡ 68 y el exilio de la
reina lo llevaron a Roma, en misión diplomática ante el papa encargada por
la propia Isabel II; a él se le ha atribuido también la redacción del
manifiesto que la soberana destronada dirigió desde Pau a los españoles. En
agosto de 1869 pasó a Biarritz, y su regreso a nuestro país se produjo en
1871, cuando ya reinaba Amadeo de Saboya. Por entonces, su salud (que
siempre había sido muy frágil) estaba ya bastante quebrantada, y en octubre
de ese mismo año falleció en Madrid. Como era habitual en la época, la
actividad política de Severo Catalina corrió paralela con su dedicación
periodística- sus primeros artículos habían visto la luz en El Reformador
Conquense, y después colaboró en publicaciones madrileñas tales como
El Sur, El Estado (fundado por Campoamor) y El Horizonte, llegando
a dirigir este último periódico y El Gobierno, que él mismo había
creado. Escribió también numerosas obras de distinto signo, aunque en todas
ellas defendió la ortodoxia católica y el moderantismo político, que él veía
amenazados por los nacionalismos, el anticiericalismo y las convulsiones
revolucionarias de la época-, según Clementino Sanz, entre 1876 y 1877
-algunos años después de su muerte, por tanto- se publicaron en seis
volúmenes sus Obras completas que abarcan, fundamentalmente, La mujer, La
verdad del progreso, Viaje de Sus Majestades a Portugal, La rosa de
oro y Discursos literarios, además de Roma, que algunos consideran su
mejor obra; cuando lo sorprendió la muerte, preparaba un trabajo sobre el
Tribunal de la Inquisición y una Historia de las Universidades Españolas
que no llegó a ver impresos, aunque al parecer había recogido muchos
materiales para ambas obras. Sí está publicado, en cambio, su discurso de
entrada en la Real Academia de la Lengua, institución en la que ingresó en
1861 con una disertación sobre el influjo de la lengua hebrea en la
gramática castellana.
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