Florencio EXPÓSITO GARCÍA

Poeta. Rapsoda. Actor.
Nació en Guadalajara en 1938.

exposito.gif (47305 bytes)

Florencio Expósito, un poeta de cuerpo entero

Florencio Expósito García nació en Guadalajara el 12 de Junio de 1.938.
Inició estudios en el Seminario Conciliar de Talavera de la Reina pasando posteriormente a Toledo hasta 2º de Filosofía.

Es miembro activo de la Asociación Cultural "Antorcha",
desde 1955, realizando como actor más de sesenta obras teatrales.
Es director del grupo de teatro "Azuqueca Nueva Ilusión".
Es miembro activo del grupo "Mascarones", dedicados a
concebir y plasmar el Carnaval en Guadalajara.
Es miembro de la Asociación Mundial de Escritores.
Es miembro de la Asociación de Escritores de Castilla-La Mancha.
Está incluido en la Antología de Poetas Españoles e Hispanoamericanos de hoy.

Es colaborador, dentro de la provincia, en encuentros poéticos y representaciones escénicas.
Es colaborador en varias revistas de difusión nacional e internacional.
Es presentador y rapsoda.

Libros publicados:
"EMANACIONES Y LATIDOS" (Poesía 1989)
"GUADALAJARA, ¡SALVE HENARES!" (Poesía 1992)
"Entre el serpear del Tajo y el Tajuña" (Poesía 1999)
"Tu sombra no la recogen los espejos del agua" (Poesía 2002)

Libros inéditos:
"Quimera".
"Ven diligente, amor".
"Cicatrices"
"En el valle de la Luna"

y ¡por fin! "LA AURORA INDULTÓ SU VIDA": transcripción de "Las Mil y Una Noches" en verso, que captan el onirismo, la picaresca, la sensualidad de "Las Mil y Una Noches", ocupando 48.029 versos, que suman 192.11 palabras y ocupan una vez impresos 1.701 páginas. En esta obra, ingente y monumental, que posiblemente marque un Record Guinness, Expósito aporta toda su mejor vena poética, pasando a verso rimado uno de los más altos ejemplos de la literatura universal. Una tarea de muchos años que se ha visto, final y felizmente, cumplida.

He aquí uno de los cuentos de "Las Mil y Una Noches" puesto en verso por Expósito García:

LIBRO DECIMOCUARTO - LAS ANGUILAS DE LA LUJURIA

Refieren residía en El Cairo hombre

joven, Wardán de nombre

que, diestro, oficiaba de carnicero

vendiendo ricos cuartos de carnero.

Diariamente, entraba moza en la tienda

de fastuosa fachenda;

empero, con ojos muy fatigados

y rasgos arrugados.

Siempre era acompañada por muchacho

cargando gran capacho;

elegía trozo tierno y criadillas

pagando con áuricas monedillas

que pesaban dos dinares o más;

metía su compra con las demás

y recorría concurrido zoco

parándose en toda barraca un poco

adquiriendo cualquier

trivialidad a cada mercader.

Así, continuó larga temporada

hasta que el jifero (matarife, carnicero), cierta jornada,

intrigado de tal comportamiento;

por su semblante; su enmudecimiento,

planeó indagar razones

para reprimir elucubraciones.

Halló precisa ocasión que buscaba:

temprano, vio pasaba,

andando por delante,

servicial trajinante

de pálida mozuela.

 

Le paró en semi entornada cancela

y puso limpia testa de mardano (carnero)

estupendo en su mano.

¡Amigo, mandadero,

advierte al cocinero

no tueste demasiado esta cabeza;

perdería substanciosa pureza¡

Bella dama, ¡recadista querido!,

que te emplea, me tiene sorprendido.

¿Cuál es su identidad?

Di, ¿por casualidad

conoces fin de tantos compañones?

¿Por qué ostenta demacradas facciones?

También me envuelve intriga quisquillosa;

no obstante, por tu ayuda generosa

con pobres como yo,

te indicaré algo. Una vez acabó

adquisiciones, compra aun, en bazar

del mercante nazareno, un dinar

de rojo vino añejo.

Caminamos, dejando el portalejo,

cara a jardines de augusto visir

donde, antes de seguir,

me venda con su velo enérgicamente

llevándome, lentamente,

hacia luenga escalera

por cuyos tramos baja lisonjera

para, descargando pleno cestillo,

entregar concertado dinerillo

y conducirme, cambiando de cesto,

al enrejado puesto.

Allí, se despide, condescendiente,

hasta el día siguiente.

 

¿Desconoces interior del local?

Nos detenemos al pie del umbral

y jamás conocí alojamiento;

menos, gastronómico tratamiento

de chicha, morapio, frutos y velas;

o para quién opalescentes telas.

Tu simple ingenuidad

intensifica mi perplejidad.

Dejó al porteador viendo entraba un cliente

procurando despacharle paciente.

Con semejable horario

y afín itinerario,

presentóse aquella desconocida

por el mismo trajinero seguida.

Rumió:

"¡He de conocer

lo que quiero saber!"

Cuando exangüe mocita se alejó

con géneros adquiridos, confió

mira a su dependiente

siguiéndola cautamente.

De esta forma celosa

deambularon afluyendo en frondosa

embocadura donde, resguardado,

esperó, tras selvático arbolado,

tornara, por ajardinada vía,

el ganapán con la cesta vacía.

En efecto, vendado

y por ella orientado,

regresaron a principal entrada.

Enseguida, cauta, inició tornada.

Entonces, emergió del escondrijo

y, descalzo, al cobijo

de fronda paralela,

acechó a taciturna damisela.

Arribó ante peñasco, apresurada;

palpóle, acostumbrada,

y, ¡Dios!, de giro brusco,

agrietóse gigantesco pedrusco

desapareciendo, en un santiamén,

bajo tierra. Con latidos a cien,

continuó seguimiento.

He aquí confesado atestiguamiento:

"Descendiendo, no reconocí nada

en negrura simada;

pronto, noté difuso corredor

y extenso resplandor.

Le crucé, sin calzado,

compareciendo en férrea portalada,

percibí gruñidos y risotada

Advertí detrás de la cerradura,

anormal coyuntura:

observé, sobre diván encumbrado,

a la zagala y mono agigantado

haciendo libertinas contorsiones

con fijas palpaciones.

Febril, despojóse de indumentaria

tendiéndose, procaz, peticionaria;

y corpulento simio, sin tardar,

la cubrió de guisa espectacular.

A su brazo aferrada,

copuló una decena continuada

otorgándole, ebriamente rendida,

prestación comedida

Quedaron inconscientes, derrumbados;

yo, con mis preceptos soliviantados.

Súbito, escuché anímica intuición:

"¡Ahora o nunca; es propicia situación!"

Empujé con el hombro, animosamente,

penetrando en la sala furiosamente

sosteniendo ocultado cachetero (cuchillo corto)

propio de tablajero (Carnicero).

Ágil, me abalancé

sobre desfallecido chimpancé

decapitando, con brutalidad,

de golpe firme, su vitalidad

Extraña fortaleza,

imbuida en velluda naturaleza,

apareció entre ruidosa agonía

retumbando contigua galería

hasta el punto que, exhausta doncellita,

viendo escena descrita

y ensangrentado cuchillo inquietante,

desencadenó grito impresionante

Pensé verla agonizar sin remedio;

mas, mirándome aplacador en medio,

recuperó su aliento

y, fría, me reconoció al momento.

¡Voto a Dios!, Wardán cruel,

¿Así tratas a parroquiana fiel?

¿Acaso no hay racional elemento

qué rebuscas turbio procedimiento?

Oye, ¡juez ignorante!,

impulso dimanante;

disculparás conducta, posiblemente,

que juzgas desvergonzada al presente

Sabrás soy hija única del visir.

Hasta los quince años pude vivir

apacible en palacio.

Cierta tarde, mientras breve solacio,

un negro me enseñó

cuanto había que aprender,

y tomó de mí lo que podía arrebatar.

¡Qué goce singular!

Créeme, no existe bálsamo mejor

para enajenarnos nuestro interior,

máxime, si el terreno

ha sentido ingente abono moreno

esa, Primera vez.

¡óptima placidez!

No te sorprenda, pues, fuera al encuentro;

mi coralino centro

quedó tan excitado

que se hizo, desde entonces, obligado

lo regase negruno pistolón

a todas horas, sin interrupción.

Casual, murió en rutinaria tarea;

con él, mi panacea.

Detallé aciaga pena, inconsolable,

a vieja venerable,

instructora en la infancia

Estudió circunstancia.

Solamente le puede reemplazar,

hija mía, cuadrúmano ejemplar.

Nadie le iguala asaltos en el mundo;

¡un mono es más fecundo!

Me dejé persuadir.

Prestigioso ferial, al discurrir

de frente a palaciega balconada

volatinera cáfila variada

con tieso domador

sobre solípedo multicolor,

desplegué atrevimiento

salvaguardia de hastiado desaliento.

Entre los animales amansados

que hacían volatines acordados,

descollaba antropoide

de pelambre negroide

Descubrí mi rostro visto y no visto;

y el orangután.. listo.,

separó ligadura

cruzando callejuelas con premura;

dio grandioso rodeo

y, por rosaleda posterior, creo,

embocó palacete

y el claustro, franqueando, en un periquete,

mi alcoba do, efusivo,

me contorneó y desnudó expeditivo

copulando diez veces seguidamente

mientras lengüeteaba mi boca ardiente.

Apenas transcurridos cuatro meses

afluyeron reveses:

mi padre supo absurdas relaciones

y temí lógicas repercusiones.

Entonces, como no podía excluir

expansión, mandé oculta cripta abrir.

Yo personalmente le abastecía

refinada manía:

suculento cuarterón de rumiante

y genital fragante!

hasta hoy en que inconmovible destino

pautó tu desventurado camino.

¿Quién mitigará ardor

si mataste a brioso cabalgador?

Ten, ¡mi señora!, la seguridad

podría sustituir necesidad

Cotejarás vigor

de ilustre montador.

Por cierto, aquel crepúsculo

y sucesores, con brío mayúsculo,

hube de establecer, amatoriamente,

alabancia insolente

Sin embargo, no pude prolongar

mucho pauta dispar;

iba perdiéndome en sumidero hondo.

Ella, nutría apetencia sin fondo.

En tan embarazosa tesitura,

requerí compostura

a otoñal curandera

habilidosa en poción milagrera

para anormalidad

de ingobernable solubilidad

¡Considerada tía¡,

ruego, con cortesía,

prepares salutífero brebaje

que insaciable incontinencia rebaje.

Detallista, puntualizó incidentes,

a entrambos concernientes.

¡Resultará hacedero!

Flemática, tomó ovoide puchero

echando doce gramos de altramuz,

gotas de vinagre, con acritud,

tres onzas de lúpulo desecado

y hojas de digital recién cortado.

Vigiló hirviera una hora a fuego lento

tamizando residual sedimento.

¡Está sanalotodo preparado!

La condujo a secreto abovedado.

Es reditual, cubrición prolongada;

que caiga desmayada.

Muy diplomáticamente,

retiróse a camareta adyacente

e hice insinuación con acertamiento;

perdió el conocimiento.

Presurosa, irrumpió en la habitación

calentando prevenida cocción

y llenó dos cobrizas escudillas

poniéndolas entre sus pantorrillas.

Experta, propinó fumigaciones

invadiendo pudorosos hondones

que alcanzaron radical objetivo

pues, violentamente, consecutivo,

expelía dos bichos alargados

serpenteando abestiados.

Los contemplé y puse en sendas bateas;

eran anguilas feas,

una de fuliginoso

pigmento y la otra de color amarillento.

¡Eleva loas al sumo Arquitecto!;

ha deparado efecto.

Deformes lampreas agonizantes

son claros resultantes

de ansioso desenfreno

con viril sarraceno

y toroso gorila.

Ya vivirá tranquila

disfrutando de temple escrupuloso

sin sufrir apetito lujurioso.

Al cobrar pulsadas, efectivamente,

apuntó disposición abstinente;

incluso, la noté irreconocible

con perfil juvenible

No cuestioné sugerir esponsales;

ella, complacida de mis modales,

condescendió y vivimos venturosos,

entre regocijos maravillosos,

después de recoger curadora mujer,

responsable de la satisfacción,

que nos confié mágica solución!

¡Sea inmortal Viviente sublimado, regidor de cosmopolita estado!

Concluyó Scheherezade historieta abreviada.

Tal es, ¡oh mi preeminente sultán!,

cuanto conozco de cochura arcana

aplicable a doncellas

con tendencia bigarda.

Ojalá, otrora, hubiera descubierto

receta acomodada

para sahumar maldita mujerzuela

a quien pillé, en asistida ruzafa,

con esclavo negral,

motor de infelicidad habituada.

¡Deja chismes científicos;

expón esta noche diferenciada

gesta, si te es posible.

¡Siento mi animosidad aplanada!

 [Panel de Alcarreños Distinguidos - Página Principal]

© Panel mantenido por A. Herrera Casado - Guadalajara
aache@ono.com - enero 04, 2014