Francisco Santa Cruz
pintor
Sigüenza, 1899 - 1957

Santa Cruz, un artista genial

Francisco López Martínez había nacido en Sigüenza en 1899. Adoptó como segundo apellido el que había sido de su abuelo, y que había servido para titular la tienda de tejidos que la familia tenía en Sigüenza desde el siglo XIX. Como suele pasar en los sitios pequeños, aquel atributo sagrado quedó impregnando a la familia durante generaciones. Era un “López Martínez” pero para sus paisanos era un “Santacruz”. Y por eso cuando decidió dedicarse definitivamente al arte, a la pintura, a la ilustración, adoptó tras su Francisco de pila, el Santa Cruz de su bisabuela.

Estudió en la ciudad del Doncel, en el mejor Colegio de la época (el San Luis Gonzaga) junto a sus hermanos (tenía dos mayores y dos menores, él era el del centro) y fue también allí a clases de idiomas, a clases de dibujo, etc. Lo propio de un niño de clase bien al que sus padres querían formar lo mejor posible.

Terminado el Bachillerato, fue mandado por sus padres a estudiar, Medicina, en el San Carlos de la Calle Atocha. Empezó muy bien, con una matrícula de honor, pero se cansó y decidió seguir por otros derroteros. Lo que había aprendido de dibujo en Sigüenza, en las clases que a él y a sus hermanos había dado don Benito Palacios, le sirvió para lanzarse al mundo del arte en el Madrid bohemio de los años veinte. Apoyado por su amigo y paisano el seguntino Luis Lozano, empezó a frecuentar cafés, tertulias, exposiciones, áticos, reuniones, manifiestos y demás parafernalia bulliciosa de la que uno acaba de dos maneras posibles: o en la gloria escrita de los anales o en la más absoluta pobreza.

La vida de Francisco Santa Cruz fue a medias. Se sostuvo al principio por la inyección económica de los padres, él mismo se fue manteniendo con colaboraciones gráficas en editoriales y periódicos, siendo colaborador gráfico del diario “El Heraldo de Madrid” durante cinco años, de 1930 a 1935, y por esos años de la República en que dio lo mejor de su ingenio y destreza artística, colaboró en muchos periódicos, desde ABC y Blanco y Negro, a la revista deportiva “Campeón” y el “Almanaque Literario” de 1935.

Hacia 1930 había casado con Dolores Octavio de Toledo. Pero antes, la década irrepetible de los veinte, Paco Santa Cruz vivió todo el esplendor de su arte en la capital, junto a sus amigos –ahí es nada- César González Ruano, Ramón Gómez de la Serna, Carlos Sáenz de Tejada, Salvador Dalí, Miguel Pérez Ferrero y un largo etcétera que prueba la abierta posibilidad de este seguntino en la marea artística e intelectual del Madrid prerrepublicano.

No puedo dar aquí ni una somera reducción de la biografía de este pintor. Lo hacen de maravilla, con todos los detalles y apreciaciones imaginables, los autores del estudio: Lorenzo de Grandes y Alicia Davara. Que son quienes han encontrado en un pueblo aragonés, en la casa de un sobrino del pintor, la obra entera guardada celosamente, ignorada durante cincuenta años, de este genio seguntino.

Murió Paco Santa Cruz en Sigüenza, en 1957, quedando enterrado en su cementerio. Aún se ve su tumba, o el mirador de hierro de la casa número 7 de la calle Medina, donde él se asomaría a ver cómo avanzaban las nubes blancas desde el norte, remontando la catedral, cargadas de nieve. Merece la pena leer esta biografía aparecida y revelada: como toda vida humana, cargada de ilusiones al principio, pletórica de proyectos, de consumados actos, de alegría…. Todo machacado al fin por la desgracia, la guerra, el hambre y el olvido. Casi nadie se salva de esta secuencia.

El dibujo que acompaña estas líneas, es original de Emilio Fernández-Galiano, artista madrileño afincado en Sigüenza, y el texto es de A. Herrera Casado, que lo publicó en ocasión de la presentación del libro de Lorenzo de Grandes y Alicia Davara sobre "Pintores en Sigüenza": ver aquí.

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aache@ono.com - enero 11, 2014