José de Villaviciosa

Poeta. Inquisidor.
Sigüenza (Guadalajara), 1589 - Cuenca, 1658.

José de Villaviciosa
por
Manuel Silva González | Encilopedia de Madrid y Castilla-La Mancha, tomo XI, pág. 3335.

Se doctoró en leyes y fue relator del Consejo de la Inquisición (1622) y luego inquisidor de Murcia y de Cuenca, y en esta ciudad canónigo y arcediano de Moya hasta su muerte en 1658. En su juventud escribió un poema épico-burlesco titulado La Mosquea, publicado en Cuenca en 1615 (edición de C. Rosell, «Biblioteca de Autores Españoles», XVII, 1851). Narra en doce cantos la lucha entre las moscas y las hormigas: Sanguileón, rey de las moscas, ayudado por los mosquitos, los tábanos y los mirmilones, envía un ejército bajo las órdenes de Sicoborón contra sus enemigos, formados éstos por pulgas, chinches, piojos y arañas, que, mandadas por Mirnuca, ayudan a Granestor, rey de las hormigas que consigue vencer a la moscas. La obra sigue el género que inauguró la Batracomiomaquia clásica, imitando Villaviciosa el poema macarrónico de Teófilo Folengo, Moschaea. Tiene una notable influencia de La Eneida de Virgilio, de las Metamorfosis de Ovidio y, en la descripción del infierno, se inspira en la Divina Comedia de Dante. Compuesto en octavas, no llega a tener la brillantez y el valor de la Gatomaquia de Lope de Vega, pero es una de las mejores epopeyas burlescas escritas en lengua castellana.

En torno a Villaviciosa

De su vida y escritura

por José Mª Balcells, en la edición de "La Moschea" de Edic. El toro de Barro, nº 100, Cuenca, 1983

Con Felipe III, que accedió al trono en 1598, empieza a precipitarse irremisiblemente la decadencia española. Nueve años antes (1589) había nacido en Sigüenza José de Villaviciosa, en el seno de una familia acomodada y culta que era originaria, por línea paterna, del pueblo conquense de Cardenete. El que con el tiempo iba a ser autor de la Mosquea cursó estudios en la Universidad seguntina, y luego en la de Alcalá de Henares, donde probablemente se graduase en Artes. Su afincamiento en Cuenca data de 1608. No mucho después obtuvo la licenciatura en leyes, y compuso la epopeya burlesca de referencia, que debía estar acabada por lo menos en 1613, a sus veinticuatro años.

A partir de ese momento, los datos acerca de su vida no son pertinentes desde un punto de vista literario, Con todo, sépase que se ordenó sacerdote con posterioridad a la edición de su obra y que su carrera fue desde entonces muy brillante, por un lado doctorándose y por otro jalonándola con cargos como relator del Santo Oficio, con residencia en Madrid, Arcediano de Alcor (dignidad de la catedral palentina), inquisidor de Murcia, y canónigo e inquisidor de Cuenca. Fallece en 1658 en dicha ciudad castellana, y es enterrado en la catedral, pero sus restos se trasladarían a Reillo, cuyo señorío adquiriera bastantes años atrás.

La fama literaria de Villaviciosa se asienta en una única obra, la Mosquea, compuesta cuando contaba, según se anticipó, menos de un cuarto de siglo. Ningún otro texto -anterior o posterior a ese poema burlesco- nos ha legado su pluma, aunque el dominio que muestra en su famosa composición cómica hace presumir una previa etapa de acaso no poco ejercicio técnico. No extrañaría, pues, que fuese cierto el dato de que, antes de realizar la Mosquea, tenía escritos algunos poemas amorosos.

A primera vista, parecería lógico que así fuera, como parece ilógico que, tras la excelente acogida de la Mosquea por el público, ya no se sepa de más creaciones literarias fruto de su bien probado talento. Con cierto tono lamentatorio, escribía a este respecto un historiador de la literatura española: «Raras veces ha prometido tanto un primer ensayo; todo le pronosticaba al poeta brillante porvenir literario».

No obstante, en el silencio de años y años que siguió a la Mosquea puede que exista una explicación razonable: Villaviciosa no quiso comprometer su porvenir -no se olvide que obtuvo pronto el cargo de relator del Santo Oficio- con las armas de doble filo del verso. Desde ese prisma, la Mosquea cabe ser interpretada como el canto de cisne artístico de un hombre expeditivo que prefiere liquidar la literatura antes que le dificulte, hipotéticamente, una segura carrera eclesiástica.

En cualquier caso, una opción pragmática de esa índole no estaba fuera de tono en una época en la que el idealismo y el ansia de aventuras de las generaciones precedentes se había convertido en una cuestión ya más nostálgica y retórica que en un brillante ejercicio militar. Aun así, la narrativa heroica estaba en el candelero, porque de otro modo su parodia carecería de sentido, pero también es verdad que la épica de tema religioso y moral, en consonancia con el cariz que había tomado la sociedad en tiempos de Felipe III, se encontraba en auge frente al progresivo declive del relato de hechos de armas. En ese contexto se publica, en 1604, aunque en París, La Muerte, Entierro y Honrras de Chrespina Marauzmana, Gata de Iuan Chrespo, de Cintio Merotisso, y en 1615 la Mosquea. Esta clase de poesía burlesca contaba con precursores españoles renacentistas, y siguió contando luego con eximios cultivadores barrocos, pero es en la primera quincena del siglo cuando parece madurar por vez primera el tipo de público más adecuado para la sintonía con dichas creaciones.

Bibliografía:

GONZÁLEZ PALENCIA, Ángel: José de Villaviciosa y La Mosquea, en «Historias y Leyendas», Madrid, 1942.

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