Me he hecho de la Asociación de Amigos de la Biblioteca

Una de las mejores decisiones que he tomado últimamente: me he apuntado a la Asociación de Amigos de la Biblioteca. Quizás debería decir de la Asociación de Amigos y Amigas de la Biblioteca, pero en esto del lenguaje inclusivo estoy cada vez más hecho un lío. Ya me lo explicarán, ellas y ellos, en su momento.

Y quiero decir que he acertado, porque esta asociación cultural de Guadalajara, que empezó a funcionar hace unos diez años, ha ido creciendo, en número de socios, y en actividades, de forma exponencial. No con muchas cosas, sino de verdadera calidad, y muy relacionadas con los libros, con la poesía, con la música, con los viajes y en general con la cultura.

Tiene su sede en la propia Biblioteca Pública Provincial de Guadalajara, sita en el palacio de los Dávalos, una joya de la arquitectura renacentista alcarreña. Y allí centra la mayor parte de sus actividades, especialmente en su salón de actos, y en el patio central de columnas.

Los aproximadamente trescientos socios y socias con que cuenta actualmente están colaborando y asistiendo a sus citas: ciclos compactos de conferencias temáticas, charlas sueltas, tienen un coro de canción navideña, muy activo, y dan clases de gimnasias diversas, de informática y labores útiles y acordes con los tiempos.

Hacen, además, excursiones. Que es la actividad más demandada y que siempre tienen que limitar el aforo a un autobús de los grandes (67 plazas) porque es muy difícil manejar más cantidad de gente junta, y tiene sus riesgos.

Guadalajara encuentra en esta Asociación, o lo va a encontrar ya enseguida, un serio referente de cultura, especialmente en lo relativo a los libros, a las lecturas, a los encuentros y las iniciativas de sus socios, y de quienes acuden a ver lo que hacen.

Estas frases se me ocurren porque hace pocos días, concretamente el lunes 28 de enero de 2019, la primera de las conferencias que había programado del Ciclo “Batallas de Guadalajara” reunió tantos asistentes que pude ver algo inaudito: la cola que hacían los que acudían a la conferencia, empezaba en la puerta del salón de actos (planta primera de la Biblioteca) y seguía por el patio, pasillos, escalera, vestíbulo, saliendo a la calle en la plaza de Dávalos. No todos pudieron entrar, por supuesto.

Así se hace cultura, con tino y moderación. Por eso me he apuntado a esta Asociación, que tanto tiene que ver con los libros.


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