Benito Hernando Espinosa

Benito Hernando Espinosa

Benito Hernando Espinosa

Médico. Investigador. Profesor

Académico de la Real Academia Nacional de Medicina

Cañizar (Guadalajara),1846 – Guadalajara, 1916

Cursó sus primeros estudios en el Instituto de Enseñanza Media de Guadalajara, y en Madrid llevó a cabo sus estudios de las licenciaturas de Ciencias y de Medicina, simultáneamente.

Se licenció en Ciencias Físico-Químicas en 1867 y se doctoró en esa materia al año siguiente. En Medicina se licenció en 1869 y en 1870 obtuvo el grado de Doctor.

En el año 1872, a los 25 de su edad, y por oposición, ganó la cátedra de Terapéutica en la Facultad de Medicina de Granada. Al frente de esta cátedra estuvo 5 años, siendo al mismo tiempo director del Hospital de San Juan de Dios y atendiendo a los coléricos de la gravísima epidemia de aquellos años. Como Director del Hospital de Leprosos de San Lázaro profundizó en el estudio de los enfermos de esa enfermedad, endémica de siempre en aquella región.

El año 1887 paso, por traslado, a la Facultad de Medicina de la Universidad Central, donde se consolido su fama de gran maestro. Trabajador incansable, erudito y de gran cultura, predicaba con el ejemplo el culto a la verdad. Era además un gran orador, y escritor, elaborando una biografía de Cisneros perfecta y muy alabada. Publicó numerosos libros y trabajos, tales como el volumen sobre «La lepra en España».

Fue elegido Académico de la Real de Medicina el 13 de abril de 1893 en la vacante del Dr. Amos Calderón. Tomo posesión el 31 de marzo de 1895, leyendo un discurso sobre «Algunos detalles del tratamiento de las afecciones sifilíticas del sistema nervioso», alcanzando la Medalla nº 36, y siendo contestado en su discurso por el profesor Federico Rubio y Galí.

Colaboró asidua y eficazmente en la Academia desde la Sección de Farmacología. Estaba condecorado con la Gran Cruz de Alfonso XII, a petición de la Academia, y en 1917 se le tributó un homenaje póstumo en Guadalajara, dedicándole la antigua calle del Museo.

Tuvo la mala suerte de que, estando aún en edad de producir y mantener su magisterio, su salud fue quebrantándose por una penosa dolencia que le obligó a jubilarse prematuramente y a abandonar poco después sus actividades y obligaciones, retirándose a vivir, y finalmente morir, en su casa de Guadalajara, en julio de 1916.

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