Lecturas del Verano

Un tiempo oportuno, con tantas horas libres, para leer. Para echarse a los ojos,  y de ellos a la cabeza, esos libros que andaban esperando su momento. Uno ha sido el “Retablillo de Maese don Quijote en su IV Centenario” que hace 6 años me regaló su autor, el periodista andaluz Joaquín Valverde Sepúlveda, quien a lo largo del 2006 se ocupó en ponerle un comentario breve sobre algún aspecto del Quijote, al teletexto de TVE, reuniendo luego esas 52 intervenciones televisivas en un ameno librillo que le publicó Cenit.
Es inmenso el saber, e inacabable el entusiasmo, que Valverde puso en estos breves textos, que se constituyen enparadigma de lectura veraniega. Cuando estás en la playa, bajo una sombrilla, leyendo andanzas quijotescas, o memoria de ediciones europeas, y te llega ese conocido que ves de año en año, no te corta nada importante, porque seguro que estabas a punto de finiquitar el comentario valverdeño. Así es que mañana a mañana, de sol en sombra, me he leido este suculento librillo, que me ha hecho saber algo más de Cervantes, del Quijote y de la Mancha, cosa que es siempre conveniente y nunca sacia.

El otro libro al que he dado remate en trechos breves, y que ha despertado mi admiración por la bien cortada pluma del autor, el escritor Eugenio Feijoo, se titula “Relatos de halcones y palomas” y tiene tres o cuatro (de la serie de 22 que nos ofrece) realmente impactantes y hermosos. Escribe de tal manera que te lleva en volandas sobre la historia que cuenta, y más de una vez consigue ponerte un nudo en la garganta. Quizás sea que la edad me hace más propenso a las emociones, pero en todo caso es un mérito del autor llega a ese climax. Eugenio Feijoo, que a pesar de su galleguismo militante está enamorado de la Alcarria (tiene casona en Alocén, y está a punto de publicar una novela enorme sobre el Madroñal) figura ya entre esos nombres que han probado que saben escribir y transmitir emociones.