Medranda

En la orilla izquierda del río Cañamares, abrigado en la brevedad de su vallejo, aparece este pueblo de grandes casas aunque bien conservadas, que muestra de interesante una gran plaza mayor, con frondosa olma y fuente central.

En uno de sus lados aparece la iglesia parroquial de Santa María, que muestra triangular espadaña y poco más en cuanto a interés arquitectónico. Curiosas cerrajas de hierro forjado en las cancelas, y el interior, de una sola nave, apoyada su bóveda sobre pilares rematados en clásicos capiteles, despierta interés el retablo mayor, obra de fines del siglo XVII, con adornos de talla de tipo barroco y ocho pinturas sobre lienzo, muy oscuras y sucias, entre las que destaca la central, un magnífico Calvario con tres figuras de buena ejecución, colorido y actitudes, que en todo recuerdan el hacer de la escuela del Greco en Toledo. Tanto las figuras de Cristo crucificado y su madre, como la de San Juan envuelto en ropajes ampulosos y con su mano derecha en la que junta los dedos medio y anular sobre el pecho, hacen pensar en dicha atribución. Han sido recientemente restauradas cobrando un aspecto espléndido.

En el muro del evangelio se abre la capilla que fundó el clérigo Pedro Sanz, también en el siglo XVI, cerrada por una magnífica reja de hierro forjado cuyos barrotes con adornos de rombos y crestería del estilo hacen fecharla en los comienzos de dicha centuria, en la que saldría de los talleres rejeros de Sigüenza.

A la entrada del pueblo destaca la ermita de San Sebastián, obra del siglo XVI con portada que presenta doble arco de entrada con moldurajes varios.

Medranda perteneció desde antiguo a la tierra de Atienza y luego quedó encuadrada en la sesma del Bornova, del Común de Villa y Tierra de Jadraque, pasando en calidad de aldea de su jurisdicción al señorío de los marqueses de Cenete y duques del Infantado, en el que estuvo hasta 1812.

Celebra muy animadas fiestas en honor de San Juan, en junio, con tradicionales fogatas y corridas de toros.

El libro que ha escrito José Ignacio Rodríguez Castillo, “Historia de Medranda”, Aache Ediciones. Guadalajara, 2011. 240 páginas, ofrece muchísima más información sobre esta villa para quien esté interesado en ella. En él se ofrece densa información sobre la historia, el arte, y fiestas, los personajes, los íntimos acontecimientos y las sorpresas que para todos esta villa depara. Con singular detalle están descritos y analizados los elementos de su patrimonio artístico, en el que sobresale una gran cruz procesional antigua, un retablo mayor con pinturas de buena mano, y esculturas, retablos, escudos de armas y capiteles, sumados al valor de la arquitectura popular.