El Museo de la Colegiata de Pastrana

El interior de la iglesia parroquial ó Colegiata de Pastrana ofrece al visitante un Museo de muy denso contenido. Se contemplan en él todas las obras de arte mueble que a lo largo de los siglos XVI al XIX consiguió la iglesia de la Asunción como regalo de sus patronos los duques de Pastrana, de otros nobles ó hidalgos de la villa, de compras y encargos hechos por la misma institución, ó de herencias recibidas de los conventos de frailes y monjas que en la villa fueron cerrados cuando la Desamortización de Mendizábal. Todo ello suma un extraordinario tesoro en el que existen representaciones de todos los estilos, tendencias y géneros del arte español de esas épocas.

Como tal Museo, visitable por el público, se abrió en los años cuarenta, aunque ya desde principios de este siglo su riquísima colección de tapices venía atrayendo la atención de viajeros, de estudiosos y curiosos que sabían que por admirar esas maravillas merecía la pena hacer un viaje hasta tan retirado lugar del interior de Castilla. Hoy instituido en Museo, esta gran colección se extiende por tres salas bajas que contornean a la iglesia por su costado sur, y que constituyeron originariamente los almacenes de ropajes, documentos y elementos de culto de la Colegiata alcarreña. Un horario reglado de visitas, dirigidas por un adecuado guía, y el correspondiente sistema de alarma anti‑robos, conforman la calificación de Museo a esta colección de obras de arte que merecerían tener un mejor emplazamiento y una más moderna y didáctica disposición.

En la primera sala, son de destacar el gran Cristo crucificado tallado en madera, obra medieval del siglo XIV, de grandes proporciones, notable patetismo y un indudable canon gótico que le hace realmente impresionante. En sus mismos muros, destacan tres tablas de los primeros años del siglo XVI y que proceden del retablo que tuvo la Colegiata antes del actual. Son obras documentadas de Juan de Borgoña, y representan El Descendimiento de la Cruz de una patético verismo, y sendos donantes acompañados de San Humberto y Santa María Magdalena. También en esta sala se encuentra una densa colección de antiguos libros y buena parte del Archivo parroquial y colegial.

En la sala segunda, además de los tapices de os muros, podemos admirar muchas otras obras de arte. Hay una vitrina central con ropas litúrgicas donadas por los duques en el siglo XVI. Una talla barroca de San Elías, atribuíble a Salcillo. Un espléndido grupo también barroco denominado La Divina Pastora de la misma escuela. Un relicario de talla con el busto de Santa Teresa de Jesús, en barroca compostura y dorado. Sendos lienzos representando la Aparición de la Virgen y el Niño a San Bernardo, de Carreño de Miranda, y un San Jerónimo Penitente, obra muy probable de El Greco. Además, el muro del fondo se cubre por un extraordinario retablo llamado de los Miranda por haber sido donación de esta familia al Convento de San Francisco, en el siglo XVII, y que preside una compleja escena central en altorrelieve, con la Aparición de la Sagrada Familia a Santa Teresa, mas algunas escenas, figuras, escudos, etc., en talla, y sendas tablillas laterales representando a los donantes, de muy buen pincel.

En la tercera sala, finalmente, encontramos el interesante conjunto de exequias que donó el arzobispo fray Pedro, con catafalco, candelabros y tenebrario, todo en bronce y madera de ébano, cubierto de paños con las armas de Silva y Mendoza.

El Museo de la Colegiata de Pastrana ofrece además una cuarta sala añadida en el piso alto sobre la sacristía, y en su ámbito se ofrecen algunas otras piezas del gran tesoro parroquial. Vemos en ella, concretamente, algunos tapices tejidos en Bruselas, en el siglo XVIII; el cuadro que representa a Ana de Silva y Mendoza, hija de la princesa de Eboli, en el momento de dejar sus joyas para retirarse del mundo y entrar en la vida religiosa de las concepcionistas de Pastrana; un retrato de don Pedro González de Mendoza, obispo que fue de Sigüenza, de Granada y Zaragoza, hijo también de los primeros duques de Pastrana; un precioso lienzo apaisado en el que aparece un retrato de doña María Gasca de la Vega, esposa de don Francisco de Contreras, acompañada de la Virgen Dolorosa, y debido al pincel del artista flamenco Felipe Diricksen. Además algunas reliquias teresianas como un fragmento de carta escrita por la santa de Avila; la reja que usaba para confesarse cuando iba de viaje; el bastón que le regaló la princesa de Eboli cuando en 1569 acudió a fundar en Pastrana, etc. Entre los documentos, una manuscrita Regla Franciscana injertada en un precioso expositor renacentista con piedras ricas de colores; y una carta manuscrita de fray Pedro González de Mendoza imponiendo que nunca saliera ese documento de la Colegiata, etc.

Además, en esta cuarta sala elevada se pueden admirar una gran cantidad de piezas muebles de orfebrería, entre ellas numerosos cálices (uno de ellos del siglo XV), navetas, portapaces, la gran cruz parroquial debida a las manos de los hermanos Becerril de Cuenca en su parte alta y al orfebre de Alcalá Juan Francisco en su macolla. También un pequeño altar de plata con los escudos del Obispo don Fray Pedro González de Mendoza; una custodia inserta en un enorme templete, todo en plata, con múltiples detalles ornamentales; otros cálices regalados al templo por Felipe IV; el gran pebetero de la princesa de Eboli hecho de plata en torno a una gran caracola nacarada; una hermosa jarra firmada por Juan Benavente, y un arca o sagrario de plata repujada que se coloca en el monumento de la Semana Santa. Además una placa de marfil representando el Descendimiento, de clara raíz itálica, quizás incluso de manos del taller de Benvenuto Cellini; muchos cristos de marfil y más de un centenar de relicarios tallados en madera con bustos de obispos, santos y santas múltiples. Tantas son las piezas de este museo, que a pesar de las maravillas en él expuestas, la mayoría de sus fondos aún tienen que mantenerse guardados «bajo llave» por no existir espacio suficiente para exponerlas.

AACHE Ediciones de Guadalajara

Los Tapices de Portugal

Distribuída por las salas segunda y tercera del museo pastranero, aparece la gran colección de tapices, que hoy está formada por seis grandes paños agrupados en dos series. En ellas se narran escenas de la conquista de diversas plazas del norte de Africa por las tropas de Alfonso V de Portugal, encontrando, respectivamente, las siguientes escenas:

‑ El Desembarco de Arzila (21‑VIII‑1471)

‑ El Cerco de Arzila (21 al 24‑VIII‑1471)

‑ El Asalto de Arzila (24‑VIII‑1471)

‑ La Toma de Tánger (29‑VIII‑1471)

‑ El Viaje a Tánger (30‑VIII‑1471)

‑ La Entrada Triunfal en Tánger (31‑VIII‑1471)

Todos ellos presentan movidas escenas de estos acontecimientos guerreros, y en ellos se muestran, interpretados con toda fidelidad, el conjunto de soldados, armas, estandartes, elementos de guerra, barcos, ciudades, escudos y una infinidad de detalles que tomaron parte en ellos, destacando la figura del rey Alfonso V el Africano y de su hijo el príncipe Juan. En su parte superior, largas leyendas en latín con caracteres góticos, explican los detalles de las escenas. En general, están muy bien conservados. En el siglo XVII sufrieron algunos recortes en sus extremos inferiores, para poder guardarlos o usarlos con mayor comodidad. Y posteriormente en este siglo han sido restaurados y hoy muestran su esplendor.

Esta colección de tapicerías presenta claramente definidas dos series distintas. La primera serie consta de los cuatro primeros paños descritos, y son obra de algún taller del norte de Francia, o de los Países Bajos meridionales, realizados hacia 1475‑1480. El autor de los cartones sería el pintor flamenco Dierick Bouts o algún seguidor muy próximo a su estilo. La segunda serie, compuesta por los dos últimos paños descritos, es algo más moderna, y procede de algún taller de Brabante, estando realizados entre 1490‑1500. Su llegada a la iglesia Colegiata de Pastrana, ocurrió en 1667.

Fabricadas en el territorio del gran Ducado de Borgoña, estas telas llegaron a España a comienzos del siglo XVI, no habiendo pasado previamente nunca por Portugal, que era para quien en teoría habían sido fabricadas. Aquí vinieron, muy probablemente, incluidas en el matalotaje del Rey Felipe I el Hermoso, y a su muerte en 1506, fueron vendidas en pública almoneda, quedando con ellas el duque del Infantado. Adornaron las paredes del recién construido palacio ducal de Guadalajara, asombrando a viajeros e invitados durante el siglo XVI. Fue en el XVII, cuando la heredera de los estados y título ducal del Infantado, doña Catalina Gómez de Sandoval y Mendoza, casó con el cuarto duque de Pastrana, don Rodrigo de Silva y Mendoza, que este decidió pasaran a Pastrana, y, por no poderlos colocar en su palacio alcarreño, los dejó en depósito a la iglesia colegiata, de la que era patrono, para que adornaran los muros del presbiterio, y fueran puestos en las calles de Pastrana, el día y ante la procesión, del Corpus Christi. Desde entonces los posee la parroquia pastranera.

Datos

Situación: interior de la iglesia parroquial, ó Colegiata, entrando por la puerta del brazo sur del crucero.
Teléfono: 949 370 027
Horario: sábados, domingos y festivos, mañana y tarde, a excepción de las horas de culto.
Precio: 3 Euros.

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