Palacio del Infantado

El palacio del Infantado es el edificio emblemático de la ciudad de Guadalajara, pues a su importancia capital en la historia del arte español y occidental, une la característica de ser la expresión más depurada de la historia de un linaje que dio vida a la ciudad durante siglos: los Mendoza.

Ocupa este palacio el lugar que ya en el siglo XIV utilizó el primer Mendoza alcarreño, don Pedro González, para poner sus casas principales. Reformadas sucesivamente por otros mayorazgos del linaje, entre ellos el primer marqués de Santillana, que en ellas vivió largas temporadas y mantuvo su principal biblioteca y estudio, fue hacia 1480 que el segundo duque del Infantado, don Iñigo López de Mendoza, decidió derribarlas y construirse un nuevo y esplendoroso edificio palaciego por acrecentar la gloria de sus progenitores y la suya.

Las obras se hicieron muy rápidamente, y en 1483 estaba ya construida la fachada, poco después el patio, y al terminar el siglo XV lucía el monumento en todo su esplendor de goticismo, de artesonados y riquezas. En 1569, el tataranieto del constructor, don Iñigo López de Mendoza, quinto duque del Infantado, inició una serie de reformas, dirigidas por Acacio de Orejón, que tendían a parangonar su palacio con el que Felipe II levantaba en Madrid, poniendo para ello ciertos detalles renacentistas, tanto en la fachada (abrió nuevas ventanas, tapó las antiguas, desmochó los pináculos góticos), como en el patio, y decorando los techos de los salones bajos con pinturas al fresco realizadas por los artistas italianos que por entonces vinieron a decorar El Escorial y otras obras reales. Se construyó también entonces el magnífico jardín mitológico situado a mediodía de palacio.

En siglos posteriores, los Mendoza marcharon a la Corte y su palacio arriacense quedó abandonado. Fue vendido al Ministerio del Ejército, que colocó en él su Colegio para huérfanas de militares, y en 1936 fue bombardeado y destruido. Una completa restauración le ha devuelto a partir de 1960 su primitivo esplendor.

El palacio del Infantado fue trazado y dirigido por Juan Guas, autor primeramente del castillo mendocino del Real de Manzanares, y del monasterio toledano de San Juan de los Reyes, y luego de varias obras en la catedral toledana y de la hospedería real en Guadalupe. Colaboraron con él Egas Cueman y Lorenzo de Trillo. Una larga nómina de artistas mudéjares participaron en los diversos aspectos decorativos de la casona: artesonados, frisos, azulejería, pinturas y rejas. Es su estilo radicalmente hispano. Pues aunque parte de la decoración y estructura de balconajes o portadas son de corte gótico de tradición flamenca, otros muchos elementos decorativos, y la disposición de vanos en la fachada, incluso el mismo tema ornamental de las cabezas de clavos, son de herencia morisca, y de lo más exquisito que ha producido el arte mudéjar. Supera uno y otro estilo, y adquiere el marchamo hispánico del estilo mendocino.

Descripción

Lo más llamativo del palacio del Infantado es su fachada. Ofrece una mezcla muy vistosa de estilos, pues el gótico flamígero se da la mano con lo mudéjar y con variados detalles del Renacimiento avanzado. En esa fachada aparece la puerta descentrada, flanqueada de dos gruesas columnas cilíndricas, que apoyan en basas prismáticas, y cubren toda su superficie con una fina trama de rombos, entre los cuales aparecen medias esferas, siendo repetición miniaturizada del orden de las cabezas de clavos del resto de la fachada. Rematan estas columnas en volada cornisa de salientes mocárabes. En la superficie rectangular y vertical que limitan estas semicolumnas y el friso, se encuentra la puerta, que goza de estructuras diferentes, pues el total se forma con un alto arco apuntado, cuya rosca presenta, entre molduras, una larga frase tallada en letra gótica alemana.

A dos tercios de su altura, se remata el vano de la puerta propiamente dicha, mediante arco conopial mixtilíneo muy rebajado, que descansa en ménsulas de talla vegetal y se decora con bolas y cardinas. Sobre el tímpano de esta puerta aparece la corona ducal, una celada de frente, y los escudos coronados de Mendoza y Luna. A sus extremos, sendas tolvas de molino, con largos cordones rodeándolas, símbolos adoptados por el segundo duque, don Iñigo. En las enjutas del arco, dos grifos rampantes muestran otro par de tolvas.

Sobre esta puerta vemos hoy el gran escudo ducal que pone el sello de la grandeza de un apellido, el de Mendoza, a toda la fachada del palacio. Dos velludos varones sostienen el circular complejo emblemático en que consiste este grande y hermosísimo escudo. Encerrados en conopiales volutas aparecen veinte distintos escudos (cruces, castillos, leones, frases y encinas en bulliciosa amalgama) que vienen a representar los múltiples estados, títulos y señoríos que desde la antigüedad hasta ese día estuvieron en la casa de Mendoza. En el círculo central, inclinado y rodeado de góticas verduras, el escudo del apellido que une las armas de Mendoza y de la Vega, correspondiente a don Iñigo. Se cubre con una corona ducal, y remata con celada terciada sobre la que asoma orgullosa alada bicha de alas desplegadas y grandes orejas. Dos tolvas de molino le circundan.

Palacio del Infantado de Guadalajara - LibrosEn los niveles de la planta baja y principal de la fachada, se abren algunas ventanas y una puerta, obras de la reforma del quinto duque: llevan lisas molduras, frontoncillos con el escudo ducal y rejas de la época. En la línea superior de la fachada aparece como un corrido alfiz la galería de ventanales y garitones que prestan su característica más singular al palacio. Consiste en una serie de ventanales que alternan con garitas salientes, con múltiples columnillas y capiteles, antepechos y tracerías góticas, apoyado todo ello en amplia faja de mocárabes, repartiéndose por el conjunto los escudos de Mendoza y Luna. El resto de la fachada, toda ella construida con dorado sillar de Tamajón, se cubre con ornamentación de cabezas de clavos dispuestas en peculiar distribución en una ideal red de rombos. La galería del jardín, construida hacia 1496 por Lorenzo de Trillo, cubre el flanco de poniente del palacio, constando de una doble serie de arquerías, con columnas prismáticas de moldurados capiteles, y sus paramentos decorados con hiladas de arquitos lobulados. En el interior del palacio, ya nada queda de sus antiguos artesonados mudéjares, perdidos en el bombardeo de 1936. Pueden admirarse en las salas bajas las pinturas manieristas que Rómulo Cincinato puso hacia 1580 con ilustraciones muy variadas de la historia de la familia Mendoza y otras composiciones mitológicas, explicadas meticulosamente por Herrera Casado en su obra «Arte y Humanismo en Guadalajara». Además puede el visitante completar hoy su visita a este palacio con el paseo por las salas del Museo Provincial de Bellas Artes, instalado en la planta baja. Contó en su día con una «Tienda del Museo» de recuerdos y recursos culturales. Se puede encontrar más información, fotografías y bibliografía sobre el conjunto y los detalles de este Palacio del Infantado en esta página de internet: www.facebook.com/palacio.del.infantado.

Apoyo bibliográfico

Muchos han sido los libros que nos hablan de este palacio. Quizás el principal de ellos sea el debido a la pluma del cronista F. Layna Serrano, quien publicó todas sus investigaciones documentales en revistas especializadas en arte, mediado el siglo XX, y que la editorial Aache ha sacado en forma de libro, dentro de su Colección de «Obras Completas de Layna Serrano«. Este «El Palacio del Infantado» es libro de gran tamaño, encuadernado en tela, ISBN 9788487743788, con 246 páginas y P.V.P. 31,25 €.

Otro autor que ha escrito mucho sobre este palacio es el Cronista A. Herrera Casado, quien nos presenta la historia y arte del edificio en una buena Guía descriptiva titulada «El palacio del Infantado en Guadalajara«. De este mismo autor, es «Arte y Humanismo en Guadalajara«, obra muy atractiva en la que ofrece el estudio de las pinturas manieristas de las salas bajas del palacio, con su significado humanista.

Buenos dibujos de Pascó aparecen en esta edición -digitalizada y grabada sobre DVD en formato PDF- de la serie «Bellezas y Recuerdos de España«, de José Mª Quadrado, dedicada a la provincia de Guadalajara, pero con muchos grabados y dibujos del palacio.