El Paseo de la Concordia, en Guadalajara

Se fundó en 1854, tras la primera guerra carlista, en pleno liberalismo isabelino. Y se hizo por decisión del alcalde de la ciudad, Francisco Corrido, y del gobernador provincial, José María Jáudenes. El trazado y dirección técnica, que se hizo sobre el espacio que desde muy antiguo ocupaban las heras de la ciudad, se debieron a Angel Rodríguez Arroquia.

Muy sencillo durante medio siglo, en 1914 se construyó el kiosko de la música (lo diseñó y dirigió el arquitecto municipal Francisco Checa) y empezó a utilizarse como espacio de manifestaciones populares y patrióticas. En esos años se construyó el talud de piedra sobre la Carrera de San Francisco, para dignificar su aspecto y separarlo nítidamente de las calles colindantes.

Tras la Guerra Civil, en 1941, se trazó el paseo en diagonal, para permitir el paseo y desfiles de los alumnos cadetes de la Academia Militar de Infantería que durante unos años estuvo instalada en el Colegio de las Adoratrices. Entonces empezaron a celebrarse allí las Ferias y Fiestas de la ciudad, con sus atracciones. En 1954 se levantaron los pilares de la entrada y durante años se celebró junto a ellos la Feria de Industria y Comercio.

Ha recibido distintos nombres a lo largo de la historia. Al principio se denominó Parque de la Concordia, para conmemorar la establecida entre las diversas fuerzas políticas de la ciudad. En 1937 se le cambió el nombre y se le puso Parque de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y en 1939 tras la guerra se le cambió nuevamente a Parque de Calvo Sotelo, siendo en 1981 que s ele volvió a dar el nombre clásico de La Concordia.

Desde 1941 se han ido instalando (y quitando) diversas estatuas, cono la Mariblanca (que procede de los jardines del palacio de los Montesclaros), la del que fue alcalde Fernando Palanca, la del general Pedro Vives y Vich, luego la del político José Antonio Primero de Rivera, y finalmente la de los militares Barberán y Collar, que ha sido retirada recientemente. En unos jardines se encuentra una estatua de mármol de un personaje antiguo que podría tratarse del emperador Carlos de Habsburgo.

En el Parque de la Concordia, que fue siempre el pulmón de la ciudad, (su “corazón verde” como muy bien le ha definido el historiador Pedro J. Pradillo y Esteban) se han encontrado a gusto los habitantes de la ciudad, y allí se han vivido fiestas, celebraciones, reuniones religiosas y militares, cívicas y deportivas, etc. Durante años se ha celebrado en este Parque la Feria de Muestra Industrial y Comercial, la Feria del Libro, la Feria de las Artesanías y muchos otros eventos que han supuesto el entretenimiento de la población, que asocia este tipo de ferias y muestras con los espacios abiertos de La Concordia. El libro de Pradillo Esteban nos muestra la historia y el anecdotario completos de este «Paseo de la Concordia» tan querido en Guadalajara.

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* Requerido
AACHE Ediciones de Guadalajara