La decadencia del imperio español

El llamado Imperio español se configuró a partir de una parte española que comprendía Castilla, Aragón y las colonias de América y otra europea, aportada por la Casa de Austria. Desgraciadamente los reyes de origen extranjero, pusieron desde un principio las capacidades económicas y de hombres de la parte española, al servicio de sus designios imperiales en Europa, tremendamente influenciados por la idea unificadora  de la religión católica.
Consecuencia de esta política es que quedaron en la Península los campos abandonados, las artesanías disminuidas, los hombres diezmados por el constante llamado a filas y la moral de las clases más necesitadas en su más bajo nivel.
España se despobló, se empobreció y los dineros de América nunca sirvieron para aumentar el bienestar popular. Después del discutido efecto económico de la expulsión de los judíos, pasan por la vista del lector el Inca Garcilaso de la Vega, José Celestino Mutis, Jorge Juan, Antonio Ulloa, José del Campillo y Cossío, Pedro Franco Dávila y otros ilustrados cuyos esfuerzos en avisar de los males que se estaban acumulando, nadie escuchó y cuyas vivencias, muchas veces entrelazadas, nos dan un panorama intenso de la vida en la España entre los siglos XVI y XVIII.