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CARDENAL MENDOZA
(Guadalajara, 1428 - Guadalajara, 1495)
Nacido
en Guadalajara,
en el seno de la familia de los Mendoza,
hijo del marqués de Santillana,
y destacado en las artes, las letras
y la política de su tiempo, la segunda mitad
del siglo XV.
Destaca su actividad por toda Castilla,
pero especialmente por tierra de Guadalajara,
de Hita, de donde fue arcipreste,
y de Toledo (de donde fue arzobispo).
Francisco Layna
Serrano es su más importante estudioso.
En su Historia de Guadalajara y sus Mendozas
en los siglos XV y XVI,
publicada en AACHE, Guadalajara, 1993-96,
expone todo el saber en torno al personaje:
un arquetipo pleno del
Renacimiento español..
El Cardenal Mendoza
(Una propuesta biográfica)
por Manuel Ladero Quesada
en "Enciclopedia de Historia
de España", de Alianza
Editorial, 1991
El habitualmente conocido como cardenal Mendoza fue el
quinto hijo de don Iñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, y doña Catalina de
Figueroa. Nació en Guadalajara en 1428 y, desde la cuna, fue destinado a la carrera
eclesiástica, ocupando desde niño dignidades en el cabildo toledano por nombramiento del
arzobispo Gutierre Álvarez de Toledo, su tío. Estudió en Salamanca entre 1446 y 1452,
pasando después a la corte de Juan II, que le nombró su capellán. En 1453 fue designado
obispo de Calahorra, si bien sus ambiciones políticas le llevaron de nuevo a la corte,
donde se convirtió en un obispo áulico durante los reinados de Enrique IV y los Reyes
Católicos.
Cuando en 1458 muere su padre pasa a
encabezar la poderosa familia de los Mendoza, utilizando el considerable poder del que
disponía para su encumbramiento personal y el de su familia. Tomó parte activa en las
constantes luchas entre la nobleza en tiempos de Enrique IV, siendo partidario de los
derechos legítimos de doña Juana la Beltraneja, incluso tras la muerte del
príncipe don Alfonso. Sin embargo, en 1473, un año antes de la muerte del rey, se pasa
al bando de la princesa Isabel, en rivalidad con el arzobispo Carrillo, hasta entonces
fiel a la princesa. Mendoza, desde entonces, permanecerá siempre al lado de la futura
reina, constituyendo un apoyo decisivo para la causa isabelina durante la guerra de
sucesión con los partidarios de doña Juana, tomando parte activa en la batalla de Toro,
decisiva para el desenlace final del enfrentamiento. A partir de ese momento se convierte
en uno de los principales consejeros de los monarcas, especialmente en los asuntos de
política religiosa. Su influencia fue decisiva en algunos de los acontecimientos y en las
decisiones más relevantes del reinado como, por ejemplo, el establecimiento de la
Inquisición, la reconstrucción de las diócesis tomadas al Islam, la expulsión de los
judíos, o el apoyo prestado a Cristóbal Colón.
A lo largo de su vida acumuló numerosos cargos eclesiásticos dentro y fuera de la
Península. Tras el obispado de Calahorra, ocupó el de Sigüenza, en el que se enclavaban
sus dominios familiares, fue también abad de Valladolid y de San Zoilo de Carrión. Amigo
personal del cardenal Rodrigo de Borja, le acompañó en la legación castellana de 1472
y, gracias a él, recibió el capelo cardenalicio en competencia directa con su enemigo,
el arzobispo Carrillo. Ocupó también el arzobispado de Sevilla, y fue, por deseo de Luis
XI de Francia, abad de Fecamp. En 1482, al ocupar la sede de Toledo, renunció a todas las
demás dignidades, salvo el obispado de Sigüenza. Tuvo dos hijos con doña Mencía de
Lemos, y otro con Inés de Tovar. Murió en Guadalajara en 1495.
Bibliografía sobre el Cardenal y el
Arte en Castilla:
La huella viva del Cardenal Mendoza,
de A. Herrera Casado, 1995.
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