Luis CIENFUEGOS
Artista licero
Madrid, 1928-2003

Narrar en tela
Memoria de Luis Cienfuegos, artista tapicero
por Pedro Aguilar Serrano, Guadalajara 2000, 26 septiembre 2003

Luis Cienfuegos, artista licero

"El licero no puede tener la cultura del pintor de cartones, pero el pintor debe añadir a su propia cultura y poder creativo, el conocimiento del oficio de la lana, sus exigencias, el conocimiento del telar, del muro y de sus leyes. Debe entregar al licero un cartón que pueda ser tejido, pues copiar un cuadro con lana es una tarea absurda y de resultado negativo Estas palabras de Luis Cienfuegos (Madrid 1928- 2003) extraídas de una conferencia dictada en La Habana en 1996, demuestran lo identificado que el autor estaba con su obra. Lejos de considerar el tapiz como una obra menor, Cienfuegos defendía que tenía una mayor calidad que la pintura porque añadía al arte creativo un componente cálido y material.

"La pintura es algo frío. La materia lana y además tejida tiene otra textura, otro tacto... El tapiz abriga... "Yo, cuando estaba abajo en el molino, allí hacía mucho frío, incluso me echaba un tapiz encima", le confesaba a Julita González en una entrevista realizada hace algunos años para la revista AZB.

Un estudioso del tapiz

Además de crear, Cienfuegos era un historiador del tapiz. Estudió en Francia con Jean Lurçat y después viajó a Marruecos, al lago Titicaca, a la selva de Darien y aprendió de los artesanos del desierto y de los indios uros, aimaras y chocoes, con los que convivió durante años, hasta alcanzar una técnica única y original por universal. De los habitantes de la selva extrajo las raíces con las que se tiñen y los jugos con los que pintan su cuerpo. "Un cuadro no se toca, se contempla, en cambio un tapiz se toca y lo que se toca se siente". Siempre defendió que el hombre de hoy busca cubrir los muros del entorno, y en ese sentido el tapiz no sólo le proporciona una protección física sino también espiritual por su contenido de arte. A pesar de ello, reconocía Cienfuegos la decadencia de un arte que se estaba convirtiendo en una mera copia en tela de cuadros pensados para el lienzo y no para ser tejidos.
"Existen muy pocas personas dedicadas al arte del tapiz porque se tarda más de seis años en aprender el oficio", aseguraba este hombre solitario que en todo momento se manifestaba a favor de los jóvenes innovadores que empleaban maromas gordísimas para sus tapices y técnicas innovadoras. "Jamás por un oficio se puede limitar la inspiración y la creatividad. La inspiración debe ser totalmente libre y no debe sujetarse a un oficio. No puede limitarse la creación pero creo que un oficio que empieza en la XVIIlª dinastía de Egipto, no debe desaparecer".

Fortaleza, un tapiz de Luis Cienfuegos

Origen palaciego

Luis Cienfuegos nació en el Palacio de Madrid porque su padre era Caballerizo Real. Un hombre que viajaba por todo el mundo adquiriendo los mejores caballos para los reyes españoles. Entre sus antepasados se encuentra Gaspar Melchor de Jovellanos y José María Cienfuegos, capitán general de Cuba, que abolió la esclavitud en la isla y fundó la ciudad de Cienfuegos. SÚ abuelo emigró a Cuba y de allí a Estados Unidos de donde llegó a ser presidente del trust de Tabaco de Nueva York. Hizo una gran fortuna en Cuba, arrastró con todo y al volver a España compró dos fincas: la Puebla de Mendoza en el término de Usanos, que sigue perteneciendo a la familia Garcia Baxter, parientes de su madre, y El Cañal, en Guadalajara, donde vivió Cienfuegos, una finca que se extiende junto al Henares entre Guadalajara y Fontanar.
Durante su juventud, Luis Cienfuegos estudió dibujo en el Círculo de Bellas Artes para después trasladarse a Inglaterra y estudiar con el pintor animalista Peter Scott. Después viajaría por medio mundo en busca de la naturaleza más salvaje y las técnicas ancestrales del hombre en contacto con el medio que le rodea, comenzando a interesarse por el tapiz.
A partir de 1961 expone sus obras en Bruselas, Sao Paulo, Laussanne, Barcelona, Estados Unidos y un largo etcétera. Las creaciones. de Cienfuegos están presentes en algunas de las colecciones más prestigiosas del mundo, como la del estadounidense Paul Hoffman o en nuestro país la de los Reyes de España' o la Duquesa de Alba. El Metropolitan Museum de Miami, el Museo Español de Arte Contemporáneo de Madrid o la Galería, Nacional de Arte Moderno de la República Dominicana, son algunos de los centros que cuentan con obras de este artista guadalajareño.

Soledad y sensibilidad

Quienes le conocieron en vida siempre destacaron su delicadeza y sensibilidad. Soltero, solitario y amigo de la buena comida, se corresponde con la imagen de los artistas adinerados de comienzos del siglo pasado que dilapidaron la fortuna de sus antepasados por el desapego a lo terrenal, al n1dsmo tiempo que consiguieron cambiar el mundo del arte y llevaron una -vida asceta en el momento creativo. "Me gustan las cosas más extrañas, por ejemplo, me gusta el campo de noche, un bosque en invierno con luna llena... nunca he tomado drogas pero no creo que ninguna pueda llevarte a un mundo tan alucinante como es ver un paisaje escarchado, esa tela de araña, esa gotita que brilla bajo la luna llena".
Siempre confesó su admiración por los tapices de Pastrana, sobre todo por uno que se llama "El desembarco" sobre el que dijo a Julita González "que no tenía precio". En aquella conversación se lamentaba de que en España apenas hubiese dos docenas de tejedores de tapices y de que se perdiera una palabra tan bonita como licero. "Los hilos de los que tiran en el telar para hacer el cruce que aprisiona la lana de ¡da y vuelta se llaman lizos. El hombre que tira del lizo es el licero, pero ese nombre se ha perdido y hoy en día no, hay más que tejedor de tapices.
En cuanto al alto coste de los tapices, Cienfuegos siempre se defendía diciendo que la Real Fábrica de Tapices le cobraba un millón de pesetas por el metro cuadrado de tapiz que tejían, es por lo cual al artista le queda muy poco margen para cargar la creación, la pintura sobre el cartón. "La gente que tiene capacidad de comprar tapices, aseguraba Cienfuegos, "no tiene cultura y suelen ser reaccionarios al arte moderno".
El 9 de septiembre de 2003, y tras una larga enfermedad que en los últimos meses de su vida le llevó a que le amputasen las piernas, fallecía en Madrid Luis Cienfuegos, un artista de otro siglo que pasó por Guadalajara casi de puntillas a pesar de vivir aquí durante decenas de años, pero que ha dejado su obra como mejor testimonio de su alma y espíritu creativos.

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aache@eresmas.net - octubre 24, 2003