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Fernando de DIEGO
(Guadalajara, 1919 - Zaragoza, 2005)
Periodista, filólogo,
escritor, traductor, esperantista
El Quijote en esperanto │ Lupe Sanz
Bueno │ Boletín “Arriaca” de la Casa de Guadalajara en Madrid, nº 193.
Enero 2006.
Dos
autores nacidos en Guadalajara han traducido la inmortal obra de Miguel de
Cervantes que este año celebra el cuarto centenario de la publicación de su
primera parte. Uno es Ignacio Calvo que escribió el libro primero del
Quijote en latín macarrónico y el otro Fernando de Diego que lo tradujo al
idioma internacional esperanto…
Se trata de una traducción completa y canónica de la obra de Cervantes. El
resultado es un monumento literario, digno del original, en el que de Diego
empleó veinte años, sin olvidarse de los poemas, los refranes, las citas que
la obra contiene, que pone al alcance de las personas de todas las naciones
el libro de Cervantes. Las cualidades de esta traducción son la fidelidad al
original y el estilo adecuado que a veces obliga a crear nuevas palabras a
lo cual se presta el esperanto como ningún otro idioma.
Fernando de Diego nació casualmente en Guadalajara en 1919 donde estaba
destinado su padre como funcionario de Hacienda y donde apenas vivió unos
meses. Su infancia y juventud se desarrollan en varias ciudades a las que le
llevan los sucesivos destinos del padre. Muy joven contrae la poliomielitis
y durante su larga convalecencia estudia esperanto. Antes de ser llamado
como soldado durante la Guerra Civil estudia inglés, francés y literatura
para dedicarse al periodismo y a la traducción. Ya finalizada la guerra
contrae la tuberculosis de la que se repone en Cortes de Tajuña
(Guadalajara) donde vivía una hermana de su padre. Posteriormente se
trasladó a Zaragoza donde comenzó a traducir del inglés y el francés. Años
más tarde viajó a Venezuela al encuentro de sus hermanos exiliados, allí
trabajó en la agencia United Press y en el departamento de prensa de la
empresa petrolera Shell editando la revista mensual Tópicos Shell.
Desde entonces su vida ha sido nómada: Tenerife, Caracas, Zaragoza, Polonia
y de nuevo Zaragoza, donde ha fallecido el pasado verano, pero siempre
acompañado por el esperanto, su fiel camarada.
Periodista,
filólogo y escritor. Aunque su producción original es mínima (algunos
ensayos sobre el arte de traducir y la crítica literaria) en comparación
con su ingente tarea como traductor del inglés al español y sobre todo del
español y otras lenguas al esperanto, es autor del «Gran Diccionario
español‑esperanto» (50.750 entradas) y es uno de los traductores más
prolíferos y reconocidos en el mundo esperantista. A este idioma ha vertido
obras de muy diversos autores: Federico García Lorca ("Romancero gitano"),
Pío Baroja ("El árbol de la ciencia"), Camilo José Cela ("La familia de
Pascual Duarte"), Ramón Maria del Valle‑Inclán ("Tirano Banderas"), Pablo
Neruda ("Veinte poemas de amor y una canción desesperada") o Gabriel García
Márquez ("Cien años de soledad"), pero también obras de Castelao, Balzac o
Hemingway, además de muchas otras obras cortas publicadas en diversas
revistas o antologías.
De Diego es un artesano de la palabra: el rigor, la frase ajustada, el
perfeccionismo y, sobre todo, la limpieza, son los rasgos que caracterizan
a quien es probablemente el mejor estilista y el autor de más amplio
vocabulario que ha tenido el esperanto. Como tal ha recibido en 1997 el
Premio Osiek (el Nóbel del esperanto) otorgado a un autor vivo por su obra
original o traducida al esperanto.
El idioma esperanto es tan internacional como el Quijote. Fue creado en 1887
por el polaco Luis Lázaro Zamhenhof y sustituto al volapuk (hablado por el
Dr. Fernández Iparraguirre y que da nombre a un parque en Guadalajara) al
que aventajaba por la lógica de sus estructuras y la sencillez de su léxico.
El esperanto pronto se extendió por todo el mundo debido a su neutralidad y
facilidad de aprendizaje.
En la actualidad el esperanto se perfila como la única alternativa a las
lenguas imperialistas ‑en especial el inglés‑ ya que por su carácter
neutral, su uso generalizado como segundo idioma para todos no acarreará el
peligro de colonización cultural y hasta ideológica que entrañaría para los
demás pueblos la supremacía exclusiva de cualquiera de las lenguas
nacionales.
La flexibilidad de la lengua, permitiendo la creación de palabras
compuestas y la adverbialización de cualquier palabra dota al esperanto de
unos recursos expresivos de los que carecen las lenguas naturales. Los
refranes, tan abundantes en el habla de Sancho no han sido problema para su
traducción ya que el propio Zamenhof escribió un amplio refranero en
esperanto. Y por último la flexibilidad del idioma internacional ha
permitido a Fernando de Diego introducir neologismos cuando han sido
absolutamente necesario para la traducción ajustada del léxico
cervantino.
En otra ocasión trataremos sobre la traducción al latín macarrónico, el otro
Quijote traducido por alguien nacido en nuestra provincia, dos ediciones muy
diferentes aunque ambas en idiomas «internacionales» que no pueden faltar en
las estanterías de los coleccionistas que quieren tener el Quijote en
diversos idiomas.
fundacion@esperanto‑es.net
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