El libro de García Marquina que nos ofrece la verdad sobre el viaje soñado de Cela.

Manuel Anselmo Martínez

Poeta. Notario. Azuqueca de Henares -  (1849-1894)

 

Roberto Mangas | Manuel Martínez, ese gran y desconocido poeta | El Decano de Guadalajara, 19 abril 2002

Corría el año 1849, cuando un 21 de abril nacía en Azuqueca un niño al que se le impuso el nombre de Manuel Anselmo. Hijo de una salmantina, Sabina González, casada con un guardia civil gallego, Juan Martínez, Manuel ha pasado a la historia por ser el único poeta que ha dado la villa en toda su historia. Con una calle dedicada desde 1990, donde se encuentran los institutos San Isidro y Arcipreste de Hita, el poeta Manuel Martínez, que sólo vivió seis años en nuestra localidad, fue referente de las letras gallegas durante el último tercio del siglo XIX, en que le fue concedida la Encomienda de Isabel la Católica. Su temprana muerte, recién cumplidos los 45 años, impidió que este hijo de Azuqueca siguiera con su meteórica carrera literaria, lo que a buen seguro le hubiera supuesto un mayor reconocimiento social.

  Precisamente para evitar que su nombre siga siendo un completo desconocido para la casi totalidad de la villa que le vio nacer, el Ayuntamiento presentará esta tarde el libro Ferrán Pérez Churruchao, un romance escrito por el poeta, que Paco López-Barxas ha rescatado del olvido. En él, además del romance, nos encontraremos una breve biografía de Manuel Martínez, tan desconocida como su obra.

Se da la circunstancia de que Manuel Martínez llegó al mundo en Azuqueca porque su padre, guardia civil, se encontraba destinado en nuestra localidad. Como detalle curioso, no reflejado en el texto que se presenta hoy, podremos decir cine su nacimiento en 1849 se debe, en parte, a otro azudense, el general de brigada Teodoro Camino Alcobendas (26-03-1822 a 13-11-1889). Este militar azudense fue partícipe de la fundación de la Guardia Civil durante el gobierno de Narváez en 1844, lo que dio lugar a que Juan Martínez, padre del poeta y natural de El Ferrol, llegara destinado como agente del Instituto Armado hasta Azuqueca.

Manuel Martínez tan solo vivió seis años, hasta 1855, en nuestra villa, que por entonces tan solo contaba con 82 casas en estado ruinoso y sin alineación callejera, con excepción de la calle Mayor (Azuqueca de Henares, ayer y hoy en su historia, Pedro Valdivieso). Con un censo total de alrededor de 292 personas, la población es una pequeña aldea polvorienta cruzada por los caminos de Zaragoza y de Pamplona, pero que pronto experimentaría una pequeña explosión demográfica gracias a la construcción de la línea férrea Madrid-Zaragoza, alrededor de 1860.

Destinado su padre a Santiago de Compostela, Manuel Martínez abandona definitivamente la villa que le vio nacer, no constando documentalmente que volviera por aquí, si bien es cierto que, tras iniciar los estudios de Derecho en la facultad compostelana, los culminó a los 22 años en la por entonces denominada Universidad Central de Madrid, lo que no descarta alguna visita al municipio alcarreño.

Manuel Martínez, que llegó a ejercer de notario, escribe versos desde muy joven, afición que combina con la elaboración de un tratado jurídico notarial sobre foros. Autor muy premiado en su época, ganó diez primeros premios en otros tantos concursos poéti­cos, uno de ellos presidido por el rey Alfonso XII y su esposa la reina Cristina. Por tal motivo fue nombrado «Caballero Hospitalario de Número», siéndole concedida la Encomienda de Isabel la Católica.

El libro que se presenta hoy (con una porta­da algo confusa, en la que el título del ro­mance y el nombre del autor pueden llegar a inducir a error), contiene el único poemario de Manuel Martínez en castellano, Romance de Ferrán Pérez Churruchao, ya que el resto fueron escritos en la lengua de sus padres, el gallego, que, junto con el italiano, fue la que mejor dominó. Con la salvedad de que antes de morir quiso hacer desapare­cer toda su obra, aún nos quedan algunos versos re­cogidos en un único libro, Poemas gallegos, aunque, según el pro­pio poeta, solo «las re­petidas instancias de mis amigos me deciden a pu­blicar la presente colec­ción de poesías».

Advirtiendo que no escribe por vanidad, Manuel Martínez se acerca la realidad social de la época con versos como la «Oda a Alfonso XII», en la que denuncia el caciquismo y las penalidades de los campesi­nos; o la emigración, con «Os que quedan e os que van», tema que reitera en el poemario «O probe», donde expresa el abandono de un

hijo por su padre para poder emigrar a Amé­rica. Otros títulos como «A fiada», o «A ro­mería», completan un cuadro costumbrista, en palabras de López-Barxas, quien recuerda también el sentimiento amoroso de algunas poesías del homenajeado. Así, señala «Canta­res de Aldea» y «Cantares gallegos», que, se­gún el autor, recuerdan algunos poemas de Rosalía de Castro.

Respecto al Romance de Ferrón Pérez Churruchao, ahora editado por el Ayuntamiento de Azuqueca, se trata de un poemario publi­cado en la revista «Galicia», en los números de marzo a mayo de 1887, y con el que Ma­nuel Martínez había conseguido cuatro años antes una corona de Oro y Plata en el certamen literario de Vigo.

Narra la historia de los asesinatos en 1366 del arzobispo de Santiago, Suero Gómez de Toledo, y del deán de la catedral, Pedro Alvarez, a manos del noble Ferrán Pérez Churruchao, que venga­ba así la muerte de su padre a ma­nos de ambos. Se cerraba con ello una turbulenta historia de amores no correspondidos entre el mitrado y la madre del joven asesino. Con bellísimas ilustraciones de Manuel Matas, el Romance de Ferrán Pérez Churruchao seguro que atraerá la atención de todos aquellos que puedan disfrutar de su lectura, azudenses o no.

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aache@eresmas.net - agosto 04, 2003