Bruno Pascual Ruilópez

Atienza (Guadalajara), 1860 – Madrid, 1922
Abogado. Notario. Político

Estudió Derecho en Madrid, aprobando las oposiciones a Notarías. Ejerció su profesión en Madrid, y se dedicó a la política, militando en el Partido Liberal. Obtuvo el acto de diputado en Cortes, por el distrito de Sigüenza, desde 1893 a 1899. Y la de Senador por la provincia de Guadalajara, desde 1899 hasta 1920. Puede considerársele un auténtico profesional de la política desde su actividad de notario. Fue famoso por su oratoria cumplida y prolífica.

La oratoria de don Bruno | por Tomás Gismera Velasco  | Revista “Arriaca” Boletín de la Casa de Guadalajara en Madrid. 3ª época. Nº 207. Mayo 2007

Tal vez uno de los personajes mas desconocidos de Atienza, a pesar de su reciente historia, sea don Bruno Pascual Ruilópez, nacido en la villa en 1860, y fallecido en Madrid en 1922. En Atienza se le recuerda, escasamente, por haber regalado un Rosario de faroles a la patrona, y si se pregunta muy pocos sabrán decirnos sobre él, mas allá, de que es el nombre de la Plaza de San Juan del Mercado, en la que nació. Hijo de hacendada familia, se trasladó muy joven a Madrid, donde estudió Derecho y posteriormente se hizo Notario, estableciendo su gabinete en la calle Núñez de Arce 17. Al parecer se trató de un hombre serio y formal, de ideas fijas y buena presencia, a pesar de que nunca se casase, y no dejó más herederos que una hermana, viuda también sin descendencia. Sus bienes, bastante cuantiosos, se perdieron en legados, fundaciones, donaciones y obras de caridad. Con apenas 33 años cumplidos, fue convencido para encabezar una candidatura al Congreso de los Diputados. por el Partido LiberaI y el Distrito de Sigüenza. Ganó aquellas elecciones con algo más del cincuenta por ciento de los votos, en las que tuvieron lugar el 5 de marzo de 1893. Repitió, con aumento de votantes, en las del 5 de abril de 1896, y "barrió", con 6.629 votos, de 7.212 emitidos, en las que tuvieron lugar el 27 de marzo de 1898. Legislatura breve, pues en apenas unos meses se convocaron nuevas elecciones, en las que nuestro personaje no repitió al Congreso, sino que pasó al Senado, como uno de los tres representantes de Guadalajara.

Su paso por el Congreso de los Diputados resultó bastante anodino en cuanto a intervenciones, sin embargo logró una serie de objetivos. La mayoría de las carreteras que unen Jadraque, Atienza y Sigüenza con los pueblos del entorno, e incluso con la "general", se deben a su directa intervención, y como Miembro de la Comisión de Ferrocarriles, trató de enlazar por trenes de vía estrecha, a un buen número de pueblos.

Mas si en el Congreso tuvo escasas intervenciones, no ocurrió lo mismo en el Senado, al que llegó con 39 años, representando a la provincia desde 1899 hasta 1920, con un paréntesis en 1916‑17, en el que lo hizo por Córdoba, siendo además, entre 1905 y 1916, Presidente del Ilustre Colegio de Notarios.

Aquellos fueron tiempos en los que la oratoria parlamentaria estaba muy por encima de lo que estamos acostumbrados a ver en nuestros actuales políticos. Aquellos utilizaban un léxico digno de figurar en todos los manuales, y digno también de mostrarse, por aprender de aquella fácil oratoria.

Tal vez en Atienza, a la hora de hablar en público, pequemos, unos por exceso y otros por defecto, sin embargo, Don Bruno, mi paisano, aún haciéndolo por exceso, lo hizo en pos de sus votantes.

Presidía el Senado don Arsenio Martínez Campos el 6 de noviembre de 1899. Mi paisano pidió por vez primera la palabra. En la Cámara Alta hizo su entraba el Ministro de Gracia y Justicia, al que interpeló, durante 17 minutos, para que solucionase, de una vez por todas, un serio problema surgido en la localidad de Hijes, a cuenta de la construcción de la fuente pública. El Ministro de Gobernación dictó una ley especial condenando al pueblo a pagar unas obras que no se habían concluido.

A 22 minutos, alcanzó su petición de datos sobre el nombramiento de alcaldes y concejales, en las elecciones de 1899, en Atienza, Brihuega y Sigüenza, donde hubo lo que bien podríamos denominar "pucherazos"; y durante hora y media, debatió en el Senado el nombramiento de algunos senadores, ante todo los de Zamora, por haber sido elegidos, a juicio de algunas señorías, de forma irregular, en 1903.

Tal vez uno de sus mayores quebrantos, fue tener que responder en 1920, a las interpelaciones que otros senadores hicieron al entonces Ministro de Gracia y Justicia, señor Garnica, a cuenta del injusto desahucio del que fue objeto mi paisano de su bufete de Notario. Le aumentaron la renta de 300 a 3.000 pesetas mensuales, ¡que atrocidad!, gritaron sus señorías, y encima no le pasaron los recibos al cobro. El caso fue comparado en la prensa de la época con el crimen de la calle de Fuencarral, que por entonces tenía alterada la vida madrileña.

Mi paisano, tras escuchar cuanto se dijo en torno a la justicia, y en uso de la palabra, concluyó su discurso, de una hora, diciendo:

‑ Si esto se hace con una persona de posibles, que puede pagar la renta o comprar la casa, ¿que no hará la justicia con los humildes y con aquellos que no tienen recursos?

La respuesta del Señor Ministro fue digna de enmarcarse más allá del Diario de Sesiones.

‑ Pues no se queje su Señoría si tiene para pagarlo, el problema de la vivienda tiene esas cosas en Madrid, y la justicia actúa mal en medio mundo y no se queja nadie.

Sin embargo, aquella sesión, en la que la oposición abucheó al Señor Ministro, y que duró casi tres horas, no tiene cuenta en este caso, puesto que don Bruno fue uno de los ponentes en la Ley de Sucesiones de comienzos del siglo XX. Se expusieron los articulados, y en esas mi paisano pidió la palabra para defender sus alegaciones a aquella Ley, que al parecer constaba de 57 artículos, en los que a su juicio, se trataba al contribuyente como un defraudador en potencia.

Su primera intervención duró cosa de tres horas, al cabo de las cuales, y antes de continuar, rogó al señor Marqués de Valdeiglesias, apagase su cigarro puro, "puesto que puede producirme una afección a la garganta". El señor Presidente de la Cámara, Marqués de Aguilar, pidió que se cumpliese, y continuase mi paisano en el uso de la palabra.

Atestigua el Diario de Sesiones, que lo hizo dos horas más, al término de las cuales, tras discutir una a una sus enmiendas, y pedir don Bruno que se aplazase la votación "ante los bostezos de sus señorías cuando comienzo a concluir". El Presidente, tal vez aburrido, preguntó a mi paisano ilustre:

‑ ¿Por qué no hace su Señoría una alegación a la totalidad y concluimos antes?

No me puedo imaginar la cara de perplejidad de los señores senadores, cuando mi paisano, va y les suelta:

‑ Resulta señorías, que el primer y último artículo, son correctos, mas si lo desean, visto que me restan 17 alegaciones y estamos fuera de reglamento, por no cansarles a ustedes, y estimando que tienen cosas mejores que hacer, mañana sigo.

Don Bruno Pascual Ruilópez, genio y figura, fue en Atienza y su comarca uno de sus grandes valedores, auxilió al necesitado, y "miró" en todo momento por los pueblos a los que políticamente representaba, sin importarle los colores de sus banderas.

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