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MOSÉH BEN SEM TOB DE
LEON
Teólogo hebreo.
Guadalajara, ca. 240 - ca. 1290.
Antonio Ortiz García
| Mosé ben Sem Tob de Leon y los judíos de Guadalajara | Nueva Alcarria,
18 julio 2003
Salta
a la vista la simbología que los promotores de las estatuas recientemente
colocadas en el Paseo de Fernández Iparraguirre, y que son objeto de los
comentarios que les dedicamos en estas páginas, han asignado a las tres
primeras: poner de relieve el cruce de culturas que la España medieval,
y, por tanto, la Guadalajara de
aquella época, ostentaba como una de sus principales características. Así
la Wad-al-Hayara
musulmana estaría representada por Izrak ibn Muntil, de quien ya nos
ocupamos. La toma de la ciudad y su posterior incorporación a la España
cristiana lo sería por quien figura como su conquistador, Álvar Fáñez
de Minaya, sobrino del Cid Campeador. Réstanos la tercera de las grandes
culturas medievales: la judía, cuyo representante más señero y
destacado en nuestra ciudad es el cabalista y -posiblemente- rabino Mosé
Ben Sem Tob de León, de quien nos ocupamos.
Pero antes es conveniente subrayar el hecho de que las tres sociedades
coexistían en España con toda tranquilidad, si bien con algunos
sobresaltos. Iglesias, mezquitas y sinagogas compartían espacio físico
en las ciudades, y, por supuesto, también en la nuestra. La población
judía estaría ya establecida previamente en las ciudades musulmanas
antes de su conquista por los cristianos, morando en barrios propios, las Medina-al
Yaud, que los nuevos ocupantes cristianos bautizarían como juderías.
Dedicados a la actividad comercial y artesana, y también al mundo de
la intelectualidad, de la medicina y de otras artes liberales eran
apreciados por los monarcas y protegidos por éstos: de la lectura de los
fueros municipales podemos obtener importantes aseveraciones de ello; así,
en el "Fuero Corto" de
Guadalajara, otorgado por Alfonso VI en 1133, contiene alguna disposición
favorable a "moros y judíos"
equiparándoles en cierto modo con los cristianos. Y más
concretamente el Fuero de Zorita, inspirado en el de Cuenca, llegaba a
admitir la práctica de juicios mixtos con jueces de ambas culturas para
dirimir pleitos entre cristianos y judíos.
La provincia de Guadalajara destacó por la presencia judía en ella. Es
de destacar el importante trabajo de Francisco Cantera Burgos y Carlos
Carrete Parrondo titulado "Las
juderías medievales en la provincia de Guadalajara ", en el que
establecen la existencia de juderías en lugares como Sigüenza, Jadraque,
Humanes, Baides o Cabanillas del Campo (lugar en el que, por cierto, las "Relaciones
Topográficas de Felipe II" atribuyen su nombre a "unas cabañas que, para sus fiestas, tenían los judíos de
Guadalajara"). Y aún podríamos añadir lugares como Zorita (a
la luz de su mencionado Fuero), Hita, Brihuega y, por supuesto, la propia
ciudad de Guadalajara.
En dos zonas de la ciudad podemos establecer la existencia de población
judía: por un lado la zona actual de la Avenida del Ejército, en los
aledaños de la Estación de Autobuses, llamada en la época Castil
de Judíos; por el otro está más comprobado que la judería de la
ciudad se extendería entre las calles Ingeniero Mariño, Teniente
Figueroa, Mayor Baja y Dr. Benito Hernando, en la entonces llamada colación
o barrio de San Andrés. Nada queda hoy de todo ello, salvo el nombre
de calle de la Sinagoga a una de
las de la zona, en recuerdo de la que en ella debió ubicarse, amén de
otra más que podría haber estado en la cuesta de Calderón. Lamentablemente
carecemos de testimonios arqueológicos sobre los asentamientos judíos en
uno y otro lugar.
A lo largo de los siglos VIII al XV se desarrolló, pues, la citada pacífica
convivencia de las tres culturas en nuestra ciudad. La sociedad judía,
por las características de dinero y cultura antes apuntadas, debía ser
influyente e importante, si bien no disponemos de estudios suficientes
sobre la misma. Cabe destacar el trabajo de José Enrique Ávila Palet,
titulado "Algunos judíos de
renombre en la Guadalajara medieval", presentado
como comunicación al "I Encuentro
de Historiadores del Valle del Henares", en noviembre de 1988 y
publicado en las Actas correspondientes. En el mismo cita con amplitud de
datos a las figuras de Abocar, la familia de los
Arragel, uno de cuyos miembros, Mosé
Arragel realizó una traducción al castellano de la Biblia hebrea, y
otro de los cuales, Salomón Arraxel,
figura como uno de los expulsados de España a finales del siglo XV.
También la familia de Camanon, los
Benviste, de los Matud, tan
importantes que poseían una sinagoga titulada como "la
vieja ", y un largo etcétera.
Cabe subrayar, por tanto, una sociedad judía notoriamente numerosa y
destacada, hasta el punto de que fuese, como apunta también Antonio
Herrera Casado en su “Historia de Guadalajara”, "centro
de la mística judía en Sefarad (el nombre hebreo de España) ".
Y, en medio de esta sociedad, aparece Mosé
Ben Sem
Tob
de León, nuestro
personaje. Su figura ha sido aludida por varios estudiosos de la llamada Cábala
(o Kábbalah), y también por historiadores de nuestra provincia: destaca
otra comunicación al congreso anteriormente citado, e igualmente
publicada en sus actas, debida a Emilio Cuenca Ruiz y Margarita del Olmo
Ruiz y titulada "Mosé Ben Sem Tob de León, autor del "Zohar ", ilustre
vecino de Guadalajara en el siglo XIII". Cifran los autores la
existencia de este personaje en la Guadalajara de hacia 1240, fecha en que
nace, viviendo hasta los 50 años. En la ciudad escribiría su obra
principal, el "Zohar" o "Libro del Esplendor" que,
como apuntamos, se considera
la
obra clave de la ciencia cabalística.
La
Cábala, término que encierra misterio y que para muchos constituye una
ciencia cósmica difícil de entender, viene a describirse como un
conjunto de doctrinas místicas y prácticas esotéricas para la
interpretación de la Sagrada Escritura. Como término aparece en el siglo
XI, si bien existe la tradición de que Dios enseña la misma a una
Escuela Teosófica formada por ángeles en el paraíso y, a través de
ellos, a Adan, Noé, Abraham, Moisés, etc. Este último iniciaría en su
conocimiento a setenta ancianos, siempre de forma oral, llegando a David y
Salomón sin que nadie se atreviera a escribirla, hasta que, en la época
de Tito, el Rabí Simón Ben Jochai lo
haría en una caverna, donde permanecería toda su vida, constituyendo un
conjunto de manuscritos que ya llevaron el nombre de "Zohar"
(Libro de los Esplendores).
Y sin que nadie viese nunca los tales manuscritos originales, nuestro Mosé
de León hizo publico su nuevo "Zohar", en Guadalajara, para el
que dijo haber utilizado el viejo texto de Simón Ben Jochai. Despertó
gran interés esta obra en el mundo intelectual judío: los autores del
trabajo mencionado citan que uno de los más importantes rabíes, Yitzchakde Acco, viaja a España a exigir a Mosé de León que le
muestre el manuscrito original, cosa que este no hace por sobrevenirle la
muerte en 1290, insistiendo a su viuda en este sentido y negando ella la
existencia del citado manuscrito original.
Abundante bibliografía existe en el campo de los saberes cabalísticos
sobre el "Zohar" debido a nuestro personaje, hasta el punto de
que se le ha llegado a considerar como la tercera de las obras supremas
del judaísmo, tras la Biblia y el Talmúd. Un análisis de sus
contenidos, por somero que fuese, rebasaría con creces los límites de
este trabajo; baste con reseñar que el "Zohar" ha sido
traducido y publicado a varios idiomas, entre ellos al castellano.
Finalmente cabe apuntar que, a finales del siglo XV, y correspondiendo con
el nuevo modelo de monarquía autoritaria que los Reyes Católicos querían
implantar en sus reinos, llegó el nefasto decreto de expulsión de los
judíos de sus reinos y que, por supuesto, afectó también a la antaño
floreciente colonia judía de Guadalajara. Carecemos
de datos para saber cuantos
de ellos debieron abandonar la ciudad, nutriendo el grupo que, por su
procedencia, fueron denominados sefardíes,
y cuantos, en cambio,
permanecieron en ella cambiando de religión, pero es significativo que
uno de los personajes de la época, D. Antonio de Mendoza, hermano del
Duque del Infantado, pudiese adquirir (suponemos que a bajo precio) varias
casas de la antigua judería para edificar en sus solares el Palacio que
lleva su nombre (el actual Instituto "Liceo Caracense").
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- agosto 06, 2003 |
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