María de Hijas, en el recuerdo
Nos llega la noticia de la muerte de María de Hijas, y aunque quizás no sean muchos los lectores que sepan a quien me refiero, debo añadir que era, junto a su esposo Carlos Alonso, la creadora y mantenedora durante 40 años seguidos del “Alfar del Monte”, en Pozancos. Y ahora sí, ahora muchos de vosotros le pondrán color a su recuerdo, le pondrán forma de plato enorme, de vasija atrevida, de placa con nombre de calle. Quizás, algunos, le pondrán el pálpito del gran mural cerámico que María y Carlos colocaron en la estación del Tren de Sigüenza. Con los trazos de sus calles, los medallones de sus monumentos… y el soneto al Doncel de Rafael Alberti, al que dieron universal renombre, un empujón nuevo.

María Jesús Martín de Hijas y Martín de Hijas había nacido, en 1954, en Madrid, cursando en la Autónoma de su ciudad natal los estudios de Química, y aprendiendo la cerámica en la escuela “Vicente Alcántara” entre 1973 y 1976. Montó su propio taller en 1975 y siguió formándose bajo las directrices de los maestros Bernard Linch y Jorge Fernández Chiti). Dio a conocer sus primeros trabajos en la Galería-Librería “Antonio Machado” en 1977, y tras hacer varias exposiciones en la capital de España, en compañía de Carlos Alonso funda el “Alfar del Monte” en Pozancos, de donde irá saliendo, en continuado proceso de creatividad e innovación, cosas como las señalizaciones urbanas de Sigüenza y Berlanga de Duero, así como los murales “Rostros de las Naciones y una sola bandera” para diversas estaciones del Metro de Madrid, en 1998.
Junto a Carlos Alonso (leonés dedicado a la imagen, al cine y a los montajes situacionistas) reunió fuerzas para dar con su varita mágica en una vieja casa del pueblecito de Pozancos, junto a Sigüenza, y allí crear el “Alfar del Monte” que era como la casa del bosque, el hogar de las formas, la máquina de las sorpresas. Lo conocí hace muchos años, y ya siempre fui devoto de ellos, de su magia, de su bondad.

María de Hijas, que nos ha dejado huérfanos de su saber hacer y su sonrisa, quedará en nuestra memoria para siempre. En Sigüenza puso su latido diario, su gracia de formas y colores, y confirió a la ciudad un nuevo perfil de siluetas medievales, de rótulos sonoros, y por la puerta de su Galería en el número 6 de la calle Mayor, permitió la entrada a un bosque inacabable de musgos y tierras, de colores y animales inventados. Era esta nota obligada y necesaria, para decir que María de Hijas fue en Pozancos, fue en la calle mayor seguntina, fue amiga y fue maga. Y creadora de perfiles. Por los que sigue latiendo Sigüenza.

