Cuadro para una despedida

Una entrega continua a la creatividad poética ha dado por resultado un libro que Javier González Fernández firma estos días, y muestra su capacidad constructiva a base de versos libres y una idea forjadora única. “Cuadro para una despedida” lleva la intención de dibujar con palabras el entorno vital del autor, minuciosamente analizado en colores, líneas y destellos. Aunque tras las dedicatorias pone sus dos grandes capítulos, “Acuarelas” y “Óleos” acabando con la breve firma, las 80 páginas de esta obra que inaugura el quehacer literario del autor, recién jubilado de una larga vida dedicada a la enseñanza son expresión de un bien amueblado universo de lecturas, meditaciones y expresiones calculadas.

Muy conocido en nuestra ciudad, por haberse dedicado a la enseñanza en Guadalajara capital y pueblos de la provincia, Javier González, nació en Madrid (septiembre de 1960) pasando su infancia y cursando sus estudios en Alcalá de Henares. Aunque es de Guadalajara el desarrollo de su vida, su familia, sus dos hijas. Participante activo en varias revistas culturales de nuestros pueblos, siempre se ha volcado en el desarrollo de la literatura, poniendo a pocos su capacidad participativa en numerosos proyectos.

En esta obra, que se acoge como número 16 al conjunto de “Poemarios de Doña Cadima” de la editorial alcarreña Aache, González Fernández nos deja con su voz clara y pausada muchos retazos de belleza, y consistentes muestras de una llamada invocativa al pasado, a la memoria, a la seguridad de permanencia. Por ejemplo, con estos versos (por poner algunos) de su segundo capítulo: “Hospedado entre espigas y eriales, / entre delirios de naipes usados / y memoria de palabras rotas, / quise ser piedra en tu templo”, se asegura su calidad y el paso firme entre las palabras que se amalgaman en consolidado muro.