El castillo de Guadamur
La historia
La historia del castillo de Guadamur se remonta a siglos lejanísimos. Algunas crónicas árabes hablan ya de las torres de Guadamur, y la tradición quiere que en su recinto primitivo se refugiara el rey Al‑Qadir con su hija, tras salir derrotados de Toledo en 1085. El hecho cierto es que en tiempos del conquistador Alfonso VI ya existía en Guadamur una fortaleza, que posteriormente los cristianos mejoraron, permaneciendo durante la Baja Edad Media en poder de los monarcas.
En poder de los Ayala
En el siglo XV obtiene por concesión real el señorío de Guadamur don Pedro Lopez de Ayala, que alcanzó en la corte puestos de relieve, como el de Aposentador real y alcalde mayor de Toledo, siendo en la primera mitad de esa centuria el jefe de la casa de los Ayala, uno de los grupos de nobles que, frente a los Silva, mantenían luchas y enfrentamientos permanentes en la ciudad del Tajo. Este Pedro Lopez de Ayala, comenzó la edificación del castillo de Guadamur, hacia 1444 y fué continuada por su hijo, también llamado Pedro Lopez de Ayala, apodado primeramente «el Mozo» y luego «el Sordo» (cosas de la vida!), quien en 1470 recibió del Rey el título de Conde de Fuensalida. Acabó éste las obras del castillo toledano en su primera etapa, hacia 1469. Entre padre e hijo dejaron la fortaleza de su señorío muy bien edificada y cumplida, aunque solo en su parte inferior y torre del homenaje. Sería su descendiente, el cuarto conde de Fuensalida, también llamado Pedro Lopez de Ayala, como todos sus antecesores (para desesperación de los historiadores), quien hacia la segunda mitad del siglo XVI continuó la construcción del castillo, ampliándole, añadiéndole el segundo nivel del cuerpo principal, y dotándole del foso y recinto externo que hoy le dan su aspecto de fortaleza inexpugnable.
Tiempos modernos
Ya en la segunda mitad del siglo XVI, los Ayala traspasaron el dominio de Guadamur y su castillo a los duques de Uceda y Frías, en cuyo poder se mantuvo hasta comienzos del siglo XIX. En 1809 sufrió un terrible incendio, provocado por las fuerzas napoleónicas, y ya destruído y abandonado, fué cedido por el duque de Uceda al propio pueblo. Sirvió de albergue a las tropas carlistas del pretendiente, y éllo acentuó todavía más su ruina. Finalmente, a últimos del siglo pasado, en 1887 concretamente, el pueblo lo vendió a don Carlos Morenes y Tord, sexto conde de Asalto, pariente lejano de los Ayala, de quien lo heredó su hijo el marqués de Argüeso. Esta familia se dedicó, con un raro empeño, a reconstruir y adecuar el castillo para su vivienda. En la tarea, iniciada inmediatamente tras la compra, colaboraron con sus consejos y repetidas visitas personajes como D. Jerónimo Lopez de Ayala, Conde de Cedillo, erudito conocedor del arte toledano y el tema de los castillos. Se consiguió en poco tiempo y a costa de grandes gastos, su total restauración, llenándolo de magníficas obras de arte, que de todos modos volvieron a ser destruídas, y saqueado el edificio en la Guerra Civil de 1936‑39, por bandas destructoras.
Reconstrucción definitiva
La reconstrucción final, tal como hoy podemos contemplarlo, y su vuelta al pasado esplendor con múltiples colecciones de obras de arte y manufacturas tradicionales, es obra del marqués de Campóo. De cualquier modo, y a pesar de ser actualmente una propiedad privada, la fortaleza toledana de Guadamur es una auténtica joya de la arquitectura militar de nuestra región que merece una visita detenida.
Descripción del castillo
Se compone el castillo de Guadamur de dos recintos construídos con mampostería de calidad, piedra parda de la tierra, cementada de los mismos tonos. El recinto externo, es de menor altura y más ancha base que el interno,pero sus plantas son en todo similares. De diseño cuadrado, en las esquinas aparecen cubos circulares de refuerzo, y en el comedio de los muros surgen baluartes en forma de torres tamajadas. Todo éllo reposa sobre el foso en forma de un acusado escarpe que le da mayor esbeltez.
El recinto interno
El recinto interno, el castillo propiamente dicho, tiene una estructura similar. Cuadrado de planta, en las esquinas ofrece torreones circulares, y en el comedio de las cortinas, torres tamajadas. Todo éllo de una altura considerable, de una esbeltez llamativa, rematadas por almenas puntiagudas. Inserta en la esquina occidental, se levanta la gran torre del homenaje, recinto de solidez impresionante, que caracteriza en gran modo a este castillo. Es de planta levemente rectangular.
La torre del homenaje
La Torre del Homenaje de Guadamur, una de las más hermosas que encontramos en la Región de Castilla La Mancha, se apoya, en su gran mole, sobre un amplio basamento, y consta de dos cuerpos superpuestos. En la altura final, seis airosos garitones de alargada silueta adornan y defienden la torre, colocados en sus esquinas y en el comedio de sus muros más largos. Surgen de circulares voladuras, adornadas con labor de perlas y de pequeñas pirámides.
Entrada al castillo
El ingreso al castillo se hace por el flanco de poniente. Un puente levadizo permitía salvar la cava. Y la entrada al recinto exterior se hacía a través de un gran arco de medio punto, adovelado y rematado por fuerte matacán, entre dos torreones circulares coronados por agudos merlones. La puerta al recinto interior, se encuentra en el muro meridional. Consta también de un gran arco semicircular adovelado, rematado por escudos de armas en los que se ven los emblemas de Castañeda (mujer del primer señor de Guadamur e iniciador de la construcción), de Ayala (por Pedro Lopez de Ayala, primer conde de Fuensalida, continuador de las obras), y de Silva (por María de Silva, mujer de este último). Otros múltiples escudetes, con las armas de Lopez de Ayala, se distribuyen tallados en piedra por los muros y torres de la fortaleza.
Visita al interior de Guadamur
El interior del edificio, hoy totalmente reconstruído, y utilizado como vivienda particular, aunque puede visitarse los fines de semana, ofrece un patio central cubierto de cristalera que permite la entrada de luz pero evita el desgaste de los elementos atmosféricos. A lo largo de sus salas aún se pueden contemplar algunos elementos primitivos, como la escalera principal, bóvedas de ladrillo en algunas estancias, y una bóveda apuntada en la estancia superior de la torre del homenaje. Múltiples frisos con leyendas en latín reproduciendo salmos bíblicos, recogidos unos de la antigua construcción, y otros puestos nuevos en la restauración, se ven por doquier. En algunas salas vénse los arabescos de estuco originales del siglo XV.
En el libro sobre «Castillos y fortalezas de Castilla-La Mancha» del académico Herrera Casado se puede leer completa la historia y conocer la estructura de este castillo de Guadamur.
También hay datos relativos a esta fortaleza en la página web guadamur.net donde puedes ponerte al día en todo lo referente a este castillo y el pueblo en que asienta.