Arquitectura modernista de Guadalajara
Conviene saber que la arquitectura modernista de Guadalajara es una de esas propuestas que la ciudad del Henares tiene para su visita detenida.
En los años que van de la Restauración alfonsina, 1875, a la Dictadura de Primo de Rivera, 1923, se desarrolla en Guadalajara un estilo arquitectónico que ha dejado unas huellas escasas y alteradas, pero todavía nítidas y merecedoras de una atención.
Al viajero que recorre Guadalajara, y la ve con ojos nuevos, no se le escapa la existencia de múltiples edificios que ofrecen con nitidez los caracteres propios de este estilo artístico: sencillez de líneas, decoración floral y geométrica exhaustiva, con toques de color y contraste, búsqueda de linealidad nítida y consecución de belleza por dos vías: la simetría y la ornamentación. El arte modernista en Guadalajara se concreta en múltiples edificios de viviendas en la Calle Mayor, donde muchos aún se conservan, restaurados, y algunos centros de producción, fabriles o religiosos, donde se especifica la estructura en función de un destino diferente.
Los edificios mas señalados del modernismo en Guadalajara, y que el visitante no debe dejar de admirar, son: el conjunto de Panteón, Iglesia y Asilo de la Fundación San Diego, construido por María Diega Desmaissières y Sevillano (con un sentido muy marcado de eclecticismo, impuesto por su autor Ricardo Velázquez Bosco), el Ayuntamiento de la ciudad, de Antonio Vázquez de Figueroa, la actual Cámara de Comercio en la Calle Mayor, diseño de Benito Ramón Cura, el kiosco de la música en el Parque de la Concordia, de Fernando Checa Perez, el actual Hotel España, de Pedro Cabello Maiz, y numerosos edificios de viviendas de la Calle Mayor, como los de los números 40 de Miguel Fluiters (Confitería Campoamor), Plaza de los Caídos nº 2, la del nº 8, atribuido al arquitecto Ripollés Calvo, y recientemente rehabilitada, y la de la calle Mayor nº 10, de Sánchez Lozano, donde estuvo “La Tijera de Oro”. Además deben mencionarse los grandes edificios del estilo como son el palacio de los condes de la Vega del Pozo (hoy Colegio de Maristas) con su aneja iglesia de San Sebastián), todo del arquitecto Velásquez Bosco, más el conjunto rural del poblado de Villaflores, del mismo autor, en el que destaca el palomar, edificio central y capilla, y por último el panteón de los marqueses de Villamejor, del arquitecto Manuel Medrano, en el cementerio de la ciudad.
Solo por ver estos edificios, conjuntos y detalles, merece darse un viaje a pie por la ciudad de Guadalajara, y admirar así este fragmento de su interesante patrimonio: el de la arquitectura modernista.