Cela en Guadalajara

El viajero Camilo José Cela (1916-2002) 
inicia su Viaje a la Alcarria en

Guadalajara

Es uno de los más conocidos libros de viajes de la historia de la literatura. Y pasa por Guadalajara, iniciando en ella un recorrido por toda la Alcarria, que llevó a su autor a sentarse en la Real Academia primero y luego a recoger en Suecia el Premio Nobel de Literatura. El libro en cuestión es el «Viaje a la Alcarria», y el autor Camilo José Cela. De su paso por la ciudad de Guadalajara, en aquel viaje literario y vívido, han quedado algunos recuerdos que el viajero de hoy puede intentar rememorar, seguir, y admirar.
De paso, verá la ciudad del Henares con ojos diferentes y perspectivas nuevas. Empezamos el recorrido por donde lo empezó el autor gallego. Por la Estación del Ferrocarril.

a – Estación de FF.CC. Un lugar que se extiende por la campiña, a la derecha del río Henares, centrando lo que es hoy un populoso barrio. Es un edificio construido a mediados del siglo XIX, que ha sufrido numerosas reformas, aunque en esencia se conserva como al inicio. Aquí llegó Camilo una mañana de junio de 1946, después de un «cómodo» viaje de noventa minutos en un vagón de tercera con los asientos de madera. Nada recuerda en esa Estación aquel momento, y nadie tampoco lo evoca, en las prisas de cada momento por llegar al tren, por subir a casa…

b – La cuesta del Hospital. Cela subió andando, pasó por el puente árabe, desde cuyas barandillas aún se veían en el fondo de las aguas las grandes losas de piedra que hicieron al historiador Ximénez de Rada ponerle el nombre de Fluvium lapidum, y a su mano derecha se veía, entero y limpio, un monolito en que se contaba, con larga prosopopeya barroca, que el Rey Carlos III mandó reconstruir ese puente que se llevaron las aguas. Hoy no se lee nada, bajo las pintadas.

c – El palacio del Infantado. Tras pasear sus «botas de siete leguas» sobre los adoquines de la cuesta del Hospital, llegó atravesando el barrio de Cacharrerías hasta la fachada del gran palacio de los Mendoza, el palacio de los duques del Infantado, que por entonces se hallaba totalmente en ruinas, conservando tan solo las cuatro paredes y los arcos de su patio. Se lamenta de ese estado y abandono, pero renuncia a hacer historia o descripciones detalladas.

d – Hotel España. Cela se detiene ante el edificio del Hotel España, donde desayuna y deja sus pesados bártulos, como en consigna. En el solar de aquel hotel se alza hoy el edificio de la central de Ibercaja en Guadalajara.

e – Correos y Telégrafos. Por la acera de Santiago, bajó Camilo hasta el cercano edificio de Correos, donde puso un telegrama. Le llamó la atención el salón central de operaciones, regido parsimoniosamente por un viejo reloj Electrique Brillié y el lento discurrir del funcionariado postal.

f – La Alcarreña. Otra vez hacia la Calle Mayor Baja, se paró a comprar la prensa en una pequeña, minúscula tiendecilla de periódicos y tebeos. Hoy se recuerda su paso por la calle mayor y por esa tienda de periódicos con una placa que inauguró él mismo, al hacer cincuenta años de su primer viaje. Y en sus escaparates se hace honor continuo a la obra del Nóbel y a su libro alcarreño.

g – La talabartería de Montes. En la plazuela de la Cruz Verde, Cela paró a mirar artilugios populares. Se compró una testera para mula (un mosquero en realidad, el flequillo que les ponen a los animales para que las moscas se espanten), y saludó al dueño Daniel Montes, quien muy orgulloso llamó a su hijo Daniel y le pidió que escribiera el nombre de la tienda y la fecha en que «este señor» la ha comprado. Cuando se cumplieron los 25 años del Viaje a la Alcarria, se puso en la fachada de esta tienda una placa de cerámica que reza así: Por aquí pasó C.J.C. el día que se dice. El niño mira para el viajero, saca del cajón la pluma y la tinta, y con una hermosa caligrafía de pendolista bisoño pone detrás de la testera, sobre el crudo cuero: casa Montes. Guadalajara, 6 de junio de 1946.

h – El Gobierno Civil. Aunque no lo dice en su libro, Cela subió toda la calle mayor, y acudió a cumplimentar al gobernador Civil, entonces don Juan Casas. El conserje no le dejaba entrar, pero luego el jerarca se portó muy finamente con el escritor, y hasta le invitó a un puro. Por entonces el Gobierno civil se encontraba en la plaza de Santo Domingo, en un edificio que hacía esquina con la Concordia.

i – Las Maravillas de Tetuán. A la salida de la ciudad, iniciando el camino a pie hacia Torija, sale por la antigua carretera de Zaragoza, y para en un merendero que él dice llamarse «Los misterios de Tánger», luego conocido como Restaurante «El Resti» y hasta hace muy poco en funcionamiento como Casa Irueste. Allí entabla conversación con un niño pelirrojo que dice llamarse Armando Mondéjar, y cuesta arriba, dejando a un lado el Depósito de las Aguas y su estatua de Neptuno que entonces adornaba sus melancólicos jardines, sale de la ciudad en dirección al norte.

Sugerencias: Recorrer andando Guadalajara desde la estación del tren hacia el antiguo Depósito de las Aguas, en la salida hacia Zaragoza, supone recorrer la ciudad como lo hiciera Cela. Hay que cruzar el puente, subir la cuesta del hospital (hoy ya sin adoquines), visitar el palacio del Infantado (ya plenamente restaurado y en uso total), mirar el complejo acristalado de Ibercaja, Correos eterno, comprar un periódico (o un libro, que tampoco es tanto derroche) en La Alcarreña, mirar la fachada y la placa de «Casa Montes» y tras subir a Santo Domingo, tirar por la Carrera abajo, cruzar Bejanque con su actual fuente de complejidades metálicas bajo la torre de San Francisco, y enfilar la salida de la ciudad. Un auténtico recorrido literario de la mano de Camilo J. Cela.