Centenario de Alvar Gómez de Castro

Aunque nacido en Santa Olalla (Toledo), el gran humanista Alvar Gómez de Castro tuvo mucho qué ver con Guadalajara. Este año se celebra (o debería celebrarse) el quinto centenario de su nacimiento.

Este humanista de la corte mendocina, nacido en Santa Olalla (Toledo) el 6 de diciembre de 1515, procedía de una familia de origen judeoconverso, y su abuelo era médico del primer conde de Orgaz. Lleegó a ser un reconocido humanista e historiador del Renacimiento vinculado a la Universidad Complutense de Alcalá, biógrafo del cardenal Cisneros, recopilador de la obra de San Isidoro de Sevilla y fue consultado por Felipe II para la creación de la Real Biblioteca de El Escorial. Aficionado a la arqueología y la numismática, fue el primero que en 1572 estudió los restos romanos de Talavera la Vieja (Cáceres). Entre sus contemporáneos era conocido como «El Eulaliense».

El académico Francisco de Borja San Román decía en 1928: “De los humanistas españoles del siglo XVI es, acaso, Alvar Gómez de Castro, sino de los más olvidados, si de los menos conocidos. Copiosas referencias a su saber y erudición se encuentran en los escritos de sus contemporáneos, y también menudean las citas y los elogios a tan ilustre toledano en las monografías modernas tocantes a la cultura en aquel siglo”.
En mi opinión, Alvar Gómez de Castro fue quien dió las pautas al quinto duque del Infantado, don Iñigo López de Mendoza, para componer el complejo mundo simbólico de las pinturas de los techos de las salas bajas de su palacio de Guadalajara. Así aparece en la obra «Arte y Humanismo en Guadalajara» de Herrera Casado, publicada por Aache hace un par de años, dando las razones que lo avalan: http://goo.gl/FvWw5J
El único retrato que nos queda (idealizado absolutamente) se debe a Dionisio Santiago Palomares, en la serie que pintó de “toledanos ilustres” por encargo del obispo Lorenzana y hoy están en el Alcázar Real de Toledo, en la Biblioteca Regional, junto a la Sala Borbón-Lorenzana.