El Ayuntamiento de Fuentelencina

Por toda la comarca de la Alcarria se encuentran pueblecitos en los que su plaza mayor está presidida por el comunal edificio del Concejo o Ayuntamiento. Suelen tener todos ellos unas características comunes, y aunque sencillos en su desarrollo, destacan sobre el resto de las edificaciones populares que les rodean.

Si hubiera que concretar y resumir las características de los Ayuntamientos alcarreños en uno de ellos, sin duda alguna es el de la villa de Fuentelencina el que reúne las características de mayor elegancia, de dimensiones más amplias, de mejor conservación. Estos días pasados ha sido Fuentelencina centro de muchas miradas, pues en la Semana Santa han hecho, un año más, la representación de su Pasión Viviente, de gran efectismo y contundente belleza.

De Fuentelencina debemos recordar que perteneció a la Orden Militar de Calatrava, incluida en la encomienda de Zorita, hasta el siglo XVI, en que sus vecinos no consintieron ser vendidos a señorío particular alguno, y llegaron a reunir la cantidad de 1.232.000 maravedises con que comprar la permanencia de su pertenencia al Rey y a la Orden, siendo considerada Villa de jurisdicción propia. Ocurría esto en 1555, y es a partir de entonces que se comenzó la construcción del edificio concejil en el que se concretaba ese espíritu de autonomía municipal que tanto desearon y cultivaron siempre los vecinos de este pueblo alcarreño. Ejemplo de ese sentido comunal es el monumental conjunto de la fuente de abajo toda tallada en piedra y armonizando su entorno con centenarias olmas.

Es muy interesante por sí misma la plaza mayor de Fuentelencina, a pesar de haber sido adulterada la arquitectura popular de alguno de sus costados. Tiene en su centro una fuente de amplio pilón, hoy totalmente renovada con piedra demasiado nueva, y una enorme olma comunal, de cuatro siglos de existencia. Se rodea de edificaciones típicamente alcarreñas, y en su costado norte surge llenándole por completo el edificio del Ayuntamiento.

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Este edificio, que por sí solo merece una visita detenida, está construido con sillarejo y elementos muy simples propios de la zona alcarreña. Muestra en su frente un paramento abierto con doble galería superpuesta, en la que aparecen ocho columnas bajas, de piedra caliza bien tallada, y otras tantas en el piso principal, de madera, que soportan arquitrabados dinteles por medio de sencillos capiteles y zapatas de madera tallada.

En la planta baja, y descentrada del muro principal, se encuentra la puerta de acceso al Ayuntamiento, que consta de doble arco con una columna central y escoltado en su parte superior por tres escudos, que representan los emblemas heráldicos del Emperador Carlos I de España, de la Orden de Calatrava, señora de la Villa, y del propio municipio, que partido en mantel muestra un león, una fuente y una encina, constituyendo un ejemplo muy notable de escudo heráldico municipal de inspiración parlante, surgido sin duda en el momento de acceder a la autonomía del villazgo.

Es necesario remarcar el hecho, tan magníficamente ejemplarizado en este Ayuntamiento alcarreño de Fuentelencina, paradigma de otros muchos de la misma comarca, de la permanencia de una tipología de edificio abierto por medio de galerías en su frente, con el objeto de darle una opción de participación ciudadana. Este tipo de uso en edificios públicos es netamente medieval, y la más elocuente de sus manifestaciones se encuentra en las galerías porticadas de las iglesias románicas, que a lo largo de sus muros meridional y de poniente, abren sus galerías para en ellas permitir la reunión de fieles antes y después de las ceremonias religiosas. Sabemos que también los Ayuntamientos de los pueblos grandes tenían esta misma estructura, aunque en nuestra región apenas han llegado hasta nosotros ejemplares de los mismos. Cuando en el siglo XVI, en la hora de las autonomías municipales y obtención del grado de villazgo por muchos pueblos hasta entonces de señorío, se construyen de nuevo los edificios concejiles, se reutiliza la antigua estructura con los nuevos modismos estilísticos, surgiendo tantos de estos Ayuntamientos que, aquí representados por el de Fuentelencina, ponen hoy todavía, en las tierras de Guadalajara, el signo cierto de la comunal empresa.

Para cuantos en estos días han vuelto a su villa natal, o para aquellos otros que han decidido salir al campo en estos días ya largos y luminosos de la primavera, en los que es una tentación echarse a los caminos a conocer nuestra tierra en todos sus detalles, han sido estas líneas expresión del deseo de que nuevamente admiren su edificio más representativo, y cuiden de él como una auténtica joya legada de sus mayores. Ese escudo heráldico que, surgido de la vieja historia y entroncado con el propio nombre de la Villa, que adorna estas líneas, es también una muestra fehaciente del sentido comunal y concejil de este pueblo.

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