El buen antepasado

Me llega a las manos la obra clave del filósofo social ROMAN Krznaric (Sidney, Australia, 1971) que él titula “El buen antepasado” y que se refiere a nosotros, a los que hoy vivimos y habitamos el planeta. Tal como nos verán en el futuro, incluso muy lejano, aquellos que tengan que referirse a nosotros, o a las cosas que decidimos hacer/omitir.
Somos los dueños del planeta, y de las cosas / seres que en él habitan o lo constituyen. Y podemos hacer/deshacer, podemos legislar y podemos prohibir, pero casi siempre sin estudio previo, sin un análisis meticuloso de las consecuencias, y más aún a muy largo plazo.
La vida se mira desde una perspectiva muy cortoplacista, especialmente la acción política, que se hace en función de unas necesidades del momento, y con unas perspectivas que van, como mucho, hasta la próxima campaña electoral. Después… ya se verá qué puede hacerse o qué derrotero tomar.
En el ámbito del patrimonio, de aquellos elementos construidos, reales, vivos, que construyeron nuestros antepasados, tenemos bien claros los problemas: el tiempo, y sobre todo la acción humana (acción/destrucción) lo va condicionando y en muchos casos deteriorando. Iglesias, palacios, plazas mayores, todo ello con un mensaje social y un relato añadido que debería servirnos no solo de aprendizaje, sino de meditación sobre su valor, actual y futuro.
Esta nota es solo un apunte del valor que debemos darle a la acción/omisión de nuestro día a día, de nuestra visión cortoplacista: la que Krznaric nos pide que demos, la de un “antepasado” lejano que pudo hacer cosas que no hizo, o que hizo cosas que no debiera haber hecho. Seremos juzgados, y muy severamente. Será es “Juicio Final” con el que nos atemorizaron hace tiempo, pero que tendrá otro carácter, el de las opiniones de quienes siglos después vean problemas que podríamos haber arreglado y no lo hicimos.
Esto va, ya se supone, por esos edificios singulares que pueden estar (es un ejemplo) a una legua de nuestra casa, y que representan una forma de vida, un desarrollo artístico singular, una expresión clara y rotunda de una época, y que se dejan caer, que se permite vandalizar, que se abandonan y destruyen sin pensar en que alguien (que apuntará fechas, y nombres, y actitudes) mucho tiempo adelante nos pasará la cuenta de esa dejadez. De ese “pasotismo” en el que la sociedad y sus dirigentes ven todo lo relacionado con el patrimonio.