Luisa de Mendoza vuelve a Guadalajara

Acaba de comprar el Ministerio de Cultura, para que forme parte de las colecciones permanentes del Museo de Guadalajara, en sus Salas Mendocinas, un retrato de doña Luisa de Mendoza y Mendoza, VII Condesa de Saldaña, hija de doña Ana de Mendoza, sexta duquesa del Infantado, y de su esposo (y tío) Rodrigo de Mendoza. El retrato se debe a los pinceles de Antonio Ricci, pintor italiano que se estableció en la Corte madrileña de los Austrias, y que trabajó entre finales del siglo XVI y principios del XVII.

Luisa de Mendoza y Mendoza era la heredera del ducado del Infantado. Nació en 1582, se casó en 1604 con Diego Gómez de Sandoval y de La Cerda, hijo segundo del duque de Lerma, y murió en 1619, antes que su madre, por lo que solo alcanzó el título que llevaban los herederos del ducado, Condesa de Saldaña.

Su hijo mayor, Rodrigo [Díaz de Vivar y Mendoza] Gómez de Sandoval y Mendoza, alcanzó a ser séptimo duque del Infantado.

Luisa de Mendoza y Mendoza, por Antonio Ricci

La casa de Subastas Segre, que ha sido la vendedora al Estado de este cuadro, dice a propósito de esta obra: “La presente obra, estudiada ampliamente por el investigador Ángel Rodríguez Rebollo comparte muchas similitudes con el retrato regio de los albores del Siglo de Oro español. Ciertos componentes de su indumentaria como el cuello de lechuguilla y la ausencia de arandela con pinjantes nos indican que debió realizarse en el cambio de siglo, por lo que ha de tratarse de Luisa de Mendoza y Mendoza, condesa de Saldaña cuando contaba con unos veintiún años.
Este lienzo firmado por Antonio Ricci, pintor que perteneció a la generación de artistas escurialenses del primer tercio del siglo XVII. Llegó a España en 1586 bajo el mandato de Federico Zuccaro (1542-1609) y se le presume colaborador en los frescos del Claustro de los Evangelistas, en el Monasterio del Escorial. Junto a él, entre 1580 y 1590 llegaron a España numerosos pintores italianos que conformaron el estilo escurialense.
Su pintura se presenta en una clave más dulce y personal que en algunos de sus contemporáneos. Con una maestría inigualable a la hora de tratar las calidades en el cuadro, se reproducen a la perfección los materiales para las joyas y las texturas de la indumentaria.
En cuanto a su procedencia, hay constancia de esta pintura en las Adiciones al Diccionario de Cean Bermúdez fechada en1894 como parte de la colección de los duques de Osuna. Posteriormente, fue fotografiada entre los años 1900-1914, esta vez formando parte de la colección del Infantado, pero atribuida a Alonso Sánchez Coello. Debió ser posteriormente cuando abandonó la colección ducal, y aunque se desconoce el motivo, pudo deberse a una de las posteriores herencias testamentarias.
Se trata de un retrato cortesano, probablemente realizado con motivo de las nupcias de la condesa con el hijo del duque de Lerma en 1603. Representada de tres cuartos, se apoya con una mano sobre un sillón frailero, mientras que con la otra sujeta un pañuelo. La noble se inserta sobre un fondo de cortinaje, lo cual añade riqueza a la efigiada. Se presenta con una indumentaria del cambio de siglo, una saya negra de mangas redondas con puntas decoradas en lazos y orfebrería. Con un cuello de lechuguilla muy pronunciado, la retratada ostenta un peinado ascendente recogido con una red de perlas y flores. De sus hombros parte una toca blanca que se une en la cintura con un joyel y una sarta de perlas.
Iconográficamente la retratada se muestra como un personaje regio, muy habitual en los retratos nobles de este momento. En muchas ocasiones, los aristócratas adoptaban la gestualidad característica del retrato regio con el objetivo de mostrarse con mayor prestancia. El pintor además empleó como modelo los retratos de la Infanta Isabel Clara Eugenia (1556-1633) de su propia producción y los realizados por pintores como Juan Pantoja de la Cruz (1598-1599) y Giovanni Caracca (1591-1592)”.