Pareja villa de los sínodos diocesanos de Cuenca

Pareja, un nombre curioso, en medio de la Alcarria, con una historia a caballo entre Guadalajara y Cuenca, a orillas del Tajo, y esperando siempre recibir la visita de viajeros, excursionistas y apasionados del mundo rural castellano. Pareja es la villa de los sínodos diocesanos de Cuenca, y eso motiva y genera un interés histórico sobre el pueblo.

La historia de Pareja

Un nombre curioso que nos anima a indagar, primero de todo, en su origen toponímico. Hay quien dice que pudiera venir de “Pareia” como paraíso (demasiado poético) y otros de “Parelia” (muros y paredes de una fortaleza), pero lo cierto es que ya en el siglo XII aparece en documentos, como aldea de Huete, y escrito como “Paradeja”, que vendría a ser lugar de prados.

En el campo de la historia de Pareja, cumple decir que ya en épocas muy antiguas estuvieron poblados estos contornos. Los restos de algún asentamiento o villa romana en un collado llamado Guadina cercano al pueblo confirman esta suposición. Tras la reconquista de la zona, perteneció a la Tierra y Común de Huete, usando su Fuero. En 1156, el rey de Castilla Alfonso VII donó Pareja y sus aldeas próximas al obispo de Sigüenza don Pedro de Leucata. Pero éste lo poseyó por poco tiempo, pues reconquistada por Alfonso VIII a los árabes, en 1177, la codiciada ciudad de Cuenca, este monarca, en 1198, donó a perpetuidad, y en señorío este enclave de Pareja y sus aldeas comarcanas (Chillarón, Parejuela, Alique, Hontanillas y Tabladillo) al obispo de Cuenca, a la sazón San Julián, para que en poder de la Mitra conquense quedaran. Era el momento de crreación de ese gran territorio señorial que fue la diócesis de Cuenca, tann poderosa durante el Medievo.

Por este motivo, Pareja fue una villa elegida por los obispos de Cuenca para en ella vivir largas temporadas, y desde el palacio que aquí se hicieron construir, vigilar los negocios de su diócesis. Atrajeron a esta villa numerosos privilegios y exenciones de los reyes castellanos, entre otras las de viajar sin obligación de pagar impuestos por toda Castilla, los vecinos de Pareja, y poder celebrar cada año, por primavera, una gran feria comercial.

Durante varios siglos, aquí se celebraron los Sínodos episcopales de la diócesis castellana. Pareja es entonces, desde el siglo XIV al XIX, centro espiritual y de poder de la gran comarca conquense, de las Alcarrias y Obispalía, de la Sierra y la Mancha. Precisamente de este tema, amplio e interesante, trata este libro, en el que su autor discurre por los testimonios documentales que vienen a demostrar con claridad la importancia que Pareja tuvo en esos siglos, como eje de una densamente poblada comarca.

El hecho de que por este motivo fuera centro de oportunidades e intereses, en algunas ocasiones se registraron graves alteraciones sociales, rebelándose los vecinos contra la autoridad de los obispos: esto ocurrió mediado el siglo XIV, siendo don García el detentador de la Mitra y el Señorío de Pareja. Hasta el siglo XIX, en que fueron abolidos los señoríos particulares, estuvo Pareja bajo los obispos conquenses. En 1816, con la villa muy maltrecha tras las diversas incursiones y batallas de la guerra de la Independencia (por aquí corrió el Empecinado tras las tropas napoleónicas) se fundó en este pueblo la Real Sociedad de Agricultura, que al igual que las Sociedades Económicas fundadas en el reinado de Carlos III, intentaban fomentar el estudio y aplicaciones prácticas en torno a los más variados temas de la vida y la sociedad, incrementando la productividad y ampliando la cultura popular. Esta Sociedad de Pareja tuvo, por desgracia, una corta existencia.

El patrimonio de Pareja

De sumo interés para el viajero ha de ser visitar la Plaza Mayor de Pareja, uno de los conjuntos urbanos mas interesantes de toda la Alcarria. Tuvo en su centro uno de los árboles más extraordinairos de la comarca, la gran olma de 35 metros de altura que se plantó al final de la Edad Media, pero que murió hace pocos años afectada por la grafiosis. El poyete que señala donde estuvo, se ve flanqueado por una fuente y algunas barandillas que modulan los diferentes niveles del plazal. Este es alargado de oriente a poniente. A levante se alza el edificio del Ayuntamiento, al norte el caserón de los Benito, ricos labradores que hubo en Pareja desde los siglos medios; al mediodía las casas soportaladas que ilustran una riqueza aldeana con sus columnas metálicas y sus formas señoriales. Y al poniente, el gran palacio de los Tenajas, que construyó a finales del siglo XVIII don Miguel Tenajas y Franco, con los bienes heredados de su padre don Juan Antonio Tenajas y Zarduarán, hijodalgo y abogado, también labrador rico, de la comarca. Un poco más allá, frente a la iglesia, se alza el caserón al que llaman en Pareja “el palacio” y que fue el de los obispos conquenses, alzado tal como hoy lo vemos a finales del siglo XVIII por don Felipe Antonio Solano y Marín, que ocupó la mitra conquense de 1779 a 1800. Construyó también un palacio a la entrada de Huete, y su escudo se ve en lo alto de las fachadas de ambos edificios. La fortaleza de Pareja fue muy famosa en la Edad Media, y la villa estaba amurallada en todo su entorno. Hoy se han recuperado fragmentos de sus muros abaluartados.

La iglesia parroquial de Pareja es un grandioso edificio construido a lo largo del siglo XVI, y en sucesivas etapas. Al exterior muestra su gran fábrica de recia sillería, con ábside poligonal reforzado por contrafuertes. Sobre la cornisa, aparecen algunas gárgolas de tradición gotizante. La portada del norte, por donde hoy se accede al templo, consta de un gran arco ciego, apuntado, de descarga, entre dos contrafuertes. La puerta es muy sencilla, de arco de medio punto, encima de la cual se muestra borroso escudo episcopal. La portada de poniente es más moderna. Se trata de una muestra magnífica del estilo renacentista más elegante y mejor medido. Un arco semicircular, muy moldurado, se escolta por columnas de fuste estriado, sobre altos pedestales, rematadas en magníficos capiteles con ángeles y grutescos. En las enjutas del arco se ven dos figuras en posición sedente. Friso moldurado sostiene el remate de la puerta, que consta de una gran hornacina rematada en tímpano avenerado. La sujetan dos roles muy ornamentados, y a los extremos se ven sendos flameros puestos sobre figurillas infantiles desnudas y recostadas. Encima de todo, y dentro de circular corona renacentista, el escudo episcopal de don Diego Ramírez de Fuenleal. La torre de este templo no se llegó a terminar, y hoy se muestra como un elemento excesivamente pesado y sin gracia, a los pies del edificio. El interior es de tres naves, de aspecto magnífico. El coro alto muestra una balaustrada de piedra, en la que luce el escudo de otro obispo conquense del siglo XVII.

Otras muchas casonas nobiliarias se encuentran distribuidas por el pueblo. En algunas de ellas se rematan las puertas y fachadas con vistosos escudos de armas tallados en piedra. Los hay de hidalgos y de obispos conquenses, de la XVII y XVIII centurias, y otros antiguos del siglo XV. Muchos edificios muestran los caracteres típicos de la arquitectura popular alcarreña, con grandes portones de arco semicirclar adovelado, piso bajo de sillarejo, o incluso de sillar, piso alto de adobe o argamasa revocada, y grandes aleros de tallada madera.

Un libro que nos introduce en la historia de Pareja, que nos habla de sus costumbres y patrimonio artístico y natural, es el que firma el historiador Angel Montero Sánchez, y se titula “Pareja, villa de los sínodos diocesanos de Cuenca”, editado por AACHE, como número 97 de su colección “Tierra de Guadalajara”. Tiene 144 páginas, muchos grabados, un ISBN 9788492886913 y un P.V.P. de 12 €.