Ricardo de Orueta, historiador del arte
Ricardo de Orueta, historiador del arte español
Una figura clave en la historia de Arte Español es Ricardo de Orueta (Málaga, 1868 – Madrid, 1939). Y no porque pintara, esculpiera o creara sinfonías, sino porque fue de esos raros españoles que les dio por defender, a capa y espada, el Patrimonio Artístico Español: estudiándolo a fondo, divulgándolo, y defendiéndolo en todos sus aspectos.
Desde que era estudiante se dedicó a analizar la escultura española. Pedro de Mena, Alonso Berruguete, fray Rodrigo de Holanda y Pedro Fernández… pero también esas esculturas sin paternidad que son los enterramientos de gentes destacadas, de noveles y eclesiásticos, en templos y catedrales… Uno de los primeros que estudia, admira y propaga la figura del Doncel de Sigüenza es Orueta.
Su presencia en la política, desde una postura de derechas moderadas, se inició al arribo de la II República Española. En abril de 1931, el primer gobierno de esta República nombra a Ricardo de Orueta Director General de Bellas Artes. Apenas desempeñó su cargo durante tres años y medio, pero desplegó una enorme actividad legislativa cuya quintaesencia se halla en la Ley del Tesoro Artístico de 1933, un texto tan impecable que sobrevivió en vigor hasta la 'ley Solana' de 1985. Él fue el creador del Museo Nacional de Escultura, considerado hoy (con sede en el viejo Colegio de San Gregorio de Valladolid) uno de los referentes de la Historia del Arte Español.
A Orueta historiador del arte le atraía sobre todo la escultura, que estudió y practicó en París, y a través de ella la anatomía humana y la fotografía, de la que tantas muestras nos dejó, como pionero y entusiasta defensor del arte. Orueta retrató con su cámara a cientos de sus estudiantes, algunos que hoy no reconocemos y otros que sí. Pero lo que fundamentalmente hizo fue defender el arte, en unos momentos terribles (la Guerra Civil de 1936-1939) en que se quemaban iglesias y se destruía todo lo que tuviera un mínimo tufo de religiosidad. Orueta trabajó intensamente para recoger ese Patrimonio en lugar seguro, gestionando su inventario, y organizando su rescate, primero a Madrid en el Museo del Prado, y desde allí a Ginebra, en los momentos últimos de la Guerra.
De Orueta conservamos una obra clave, que le retrata como sabio y activo propagador del arte escultórico: la “Escultura Funeraria en España” que quiso hacerle total, pero que solo quedó en el estudio de esa escultura en tres provincias. Guadalajara, Ciudad Real y Cuenca. De Guadalajara estudia Orueta, por primera vez, las esculturas funerarias de la catedral de Sigüenza, destacando la del Doncel. Y muchas otras de la provincia, algunas ya desaparecidas, precisamente en la Guerra en la que él temió que ese capítulo destructivo fuera tan dimensionado.