Santa María de la Fuente

Iglesia mudéjar, del siglo XIV. Su nombre es de Santa María de la Fuente la Mayor, pues tuvo una fuente delante, hoy trasla­dada a la plazuela que la flanquea en su costado norte, y es la iglesia principal de la ciudad, hoy elevada a categoría de Concate­dral.

Conserva de la primitiva construcción gran parte del exterior del templo. Sobre el muro de poniente, puerta de ingreso al templo. Sobre el muro meridional, otra puerta, apareciendo un tercer ingreso, hoy condenado, en el muro de la antigua sacristía, que se adhería a este costado del templo. Estas puertas constituyen unos magníficos ejemplos de estilo mudéjar, y se forman con arcos de herra­dura apuntados o aquillados, de tradición siria. De ladrillo visto, en toda su estructura, el arco propiamente dicho se forma con resaltes de ladrillo en disposición radiada, contorneándose por una hilada de ladrillo que a trechos forma lazadas sencillas, incluyendo en el interior de ellas fragmentos cerámicos de color verde. Se flanquean de aplanadas pilastras, y en el alfiz muestran, la occidental, una deco­ración en resaltes de ladrillos dispuestos en radiación convergente hacia el centro de la puerta, mientras que en la meridional este alfiz se constituye por tres pequeños arquitos que repiten la misma disposi­ción que la portada, marcando una imposta del mismo material. La puerta de la antigua sacristía repite la estructura de la principal.

Sobre esta iglesia hace un estudio detallado Antonio Ortiz en su clásico libro «Historia de Guadalajara». Ver aquí.

La torre se adosa al muro meridional, cerca de la cabecera del templo. Existen indicios de que antiguamente estuvo aislada del resto del templo. Es de planta cuadrada, con gruesos muros de mampostería revestidos de ladrillo, horadados solamente, en sus dos cuerpos inferiores, por estrechas saeteras que iluminan una interesan­te escalera que asciende hasta el cuerpo de las campanas, en que estas aparecen cobijadas por arcos de medio punto, muy elevados, enmarcados por líneas de ladrillo profusamente decoradas a base de juegos y combinaciones con este material. Se remata el conjunto por chapitel estilo madrileño del siglo XVII.

Se circuyen los muros de sur y poniente por airosa porticada sostenida por altas columnas que rematan en capiteles de estilo Renacimiento alcarreño, puesta en los comienzos del siglo XVI. El resto de los muros del templo se forman por hiladas de ladrillo entre el mampuesto, con enfoscados de diversos tipos. Sobre el crucero resalta una linterna, cuadrada, también de ladrillo, puesta a comien­zos del siglo XVII.

Su interior muestra una estructura de tres naves, separadas por fuertes pilastras y arcos de medio punto, con acentuado crucero cubierto de cúpula con linterna, y presbiterio elevado. La techumbre de la nave es de escayola, y sobre ella se conserva un artesonado primitivo mudéjar que se puede visitar ascendiendo por escalerilla desde el coro que se sitúa a los pies del templo.

Se abren capillas a los lados. En la nave de la epísto­la, se encuentra primeramente la capilla de los Figueroa y Torres, ocupando el lugar de la antigua sacristía. Contiene los enterramientos de esta familia, con buen altar en mármol, obra del siglo XIX, y varias lápidas sepulcrales. En la cabecera de esta nave, se abre la capilla de la Visitación, fundada en 1480 por don Alonso Yáñez de Mendoza, beneficiado de esta iglesia y canónigo de la de Toledo, familiar del cardenal Mendoza. Solo se conserva de lo primitivo la estatua yacente, en alabastro, que le representa revestido con hábitos religiosos, y manos orantes. Lo demás es añadido del siglo XVIII, en que un descendiente puso hornacina de gusto neoclásico conteniendo el escudo de Yáñez timbrado de capelo.

En la nave del evangelio se pueden ver empotradas dos lápidas sepulcrales, con escudos, pertenecientes a Juan Suarez Hurta­do, comisario de la Inquisición y cura de Santa María en 1636, y a Manuel de Albornoz y Sotomayor, también cura de esta iglesia, limosne­ro mayor de los duques del Infantado, hombre piadoso a cuya costa se hizo el altar mayor del templo, en el primer cuarto del siglo XVII. Se ve en ese muro un lienzo representando a la Virgen de la Varga. Se abre la capilla del Santísimo, fundada por la familia Guzmán a prin­cipios del siglo XVI, en la que fueron enterrándose todos sus miembros hasta el pasado XIX. El primer enterramiento fue el de don Nuño Bel­tran de Guzman, caballero de Calatrava, comendador de Auñón, Bernin­ches y Azequilla, muerto en 1501, y el mas moderno enterramiento fue el de doña María Domínguez de Baquedaz Vigil de Quiñones, Zúñiga y Guzmán, marquesa de Andia, de Villasinda, de Auñón y de la Ribera, duquesa de Rivas, fallecida en 1828. Sobre la puerta de entrada, se ven polícromas las armas de Guzmán, y en el interior de la capilla aparecen también varios grandes escudos de esta familia con sus diver­sos entronques, y esta leyenda que corre por el friso: «Esta capilla de Nuestra Señora de la Paz y Misericordia fue fundada por el M.N. Cavo. don Luis de Guzman y Maria de Guzman su muger SSres. de la Villa de Alvolleque Lugar de Enterramiento y descanso y sus suzesores en su casa y Mayorazgos, y se an de poder enterrar en ella los dhos patronos y todos sus hijos y descendientes y demas personas que los dhos patro­nos quisieran señalando ellos el entierro a cada uno y se han de traer y depositar aqui todos los huesos de la capilla mayor». Buena talla, procedente de antiguo retablo, en su altar.

En la nave central, al pie del presbiterio, se ven varias lápidas o fragmentos recogidos de los muchos que ocuparon antiguamente el templo. Aun se ven las lápidas de Pedro Aguilar y Vera, Juan de Contreras, el conde Colombo, un Enríquez y Zúñiga, un Hurtado, y un Ximénez de Cárdenas, este en desgastada lápida a la entrada del templo. Todos ellos de la más linajuda hidalguía de la ciudad.

En el presbiterio se pueden admirar un frontal de altar, y un púlpito con abundante decoración plateresca, ambos policromados. En la pared del evangelio, aparece el enterramiento de don Juan de Morales, natural de Guadalajara. Bajo moderno arcosolio, aparece la estatua orante, arrodillada sobre un almohadón, del donante, que se cubre la cabeza con bonete de finales del XV. Ante él, buena escena en medio relieve: la Resurrección, con cuatro figuras y un paisaje. Sobre el grupo, escudo del personaje. Debajo, esta leyenda: «Este bulto es del homrrado Juan de Morales, tesorero de los muy altos e muy podero­sos señores D. Fernando y doña Isabel, Reyes de Castilla e de Leon, e de Aragon, e de las Sicilias, e de Jerusalem, e de Granada. Falleció a XXII de Abril de MDII años».

La cabecera del templo es ocupada por un magnífico retablo, obra del primer tercio del siglo XVII, diseñado por el artista franciscano fray Francisco Mir, concretamente en 1624. Se estructura en dos cuerpos y tres calles, estando ocupados sus espacios expositivos por magníficas escenas de talla en relieve repre­sentando pasajes de la Vida de la Virgen, así: la Natividad, la Epifa­nía y otras, presididas todas al centro por una representación magní­fica de la Asunción de María, y en lo alto un Calvario. Es obra renacentista bien policromada y tratada en sus tallas y aspectos estructurales con mesura y elegancia.

Vienen muchos datos sobre esta iglesia en el libro

Historia de Guadalajara.
de Antonio Ortiz García
Edición de Aache. Guadalajara, 2006. 302 páginas.